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Historias de vida de mamás especiales.
Semana del bebé prematuro.
Hoy están felices, con sus bebés en brazos, algunos muy crecidos –transitando por jardines de infantes- y otros casos con bebitos recientemente externados.
Todos están de regreso en sus hogares, disfrutando de la normalidad: los hijos en casa, saludables, bajo el cuidado amoroso de sus padres.
Todos pasaron por la Neo de nuestro hospital Municipal.

En realidad, podría decirse que todas las mamás son especiales. Lo son por el vínculo que establecen con la vida que han creado. Pero las madres de bebés nacidos prematuros lo son también de una manera única, ya que su historia de vida es distinta a la habitual, a la común.
Se teje en habitaciones de clínicas y hospitales, donde hay una ausencia muchas veces no pensada antes: la de su bebé, que está en una incubadora, al cuidado de otras manos, conectado muchas veces a distintos aparatos que lo ayudan a respirar.
En la jornada del martes , el grupo de voluntarias que reunidas a través de Suárez Da Vida, atienden el lactario que funciona en el servicio de la Neonatología Regional, juntó a un grupo de estas mamás –dos mujeres vinieron acompañadas de sus parejas, padres de sus hijos- para hablar de cómo fue el tránsito por el servicio.
Hoy están felices, con sus bebés en brazos, algunos muy crecidos –transitando por jardines de infantes- y otros casos con bebitos recientemente externados. Todos están de regreso en sus hogares, disfrutando de la normalidad: los hijos en casa, saludables, bajo el cuidado amoroso de sus padres.
Aquí está un extracto de sus historias
Marina es mamá de Francisco y Valentín que a la fecha tienen 5 años –cumplidos la semana pasada-.
“Enterarme que iba a tener mellizos fue sorpresa, no teníamos antecedentes familiares de mellizos. No eran primerizos, tengo un hijo más grande, por lo que el impacto fue menor. Sabiendo que eran mellizos, lo primero fue pensar que tenía que estar todo bien, porque un embarazo de uno puede ser riesgoso, un embarazo multiple lo es más todavía. Nacieron con 33 semanas, estuvieron 27 días en la Neo”.
“No tuvieron complicaciones, gracias a Dios, cumpliendo con las semanas de gestación que les faltaban. Nacieron con muy buen peso los dos, por lo que nuestro paso por la Neo fue tranquilo en comparación con otros casos, donde hay complicaciones. Nuestro transcurrir en la Neo fue tranquilo”.
“Fue feo el momento en que te vas a la habitación y está sola, y tenés otra mama al lado que está con su bebé y vos no lo tenes. Hasta que me pude levantar para ir a verlos. Tenía que confiar. Mi marido había tomado contacto con ellos dos minutos, a mi me los mostraron y se lo llevaron. Venía el médico , te tranquilizaba, decían dos cositas y listo, porque deben ser muy reservados en esas primeras horas. Pero uno se desespera. El trabajo de la gente de la Neo y del lactario es espectacular. Lo que hacen es genial. Uno ve cómo trabajan, lo que hacen, cómo se esfuerzan, te contienen, están en todo”. ¿Cómo es ser mamá de dos a la par? Responde Marina que “es doblemente difícil , pero doblemente gratificante, feliz de que todo esté bien”.
Micaela, mamá de Ema, que a la fecha tiene 3 años, en realidad casi 4, ya que los cumple en diciembre, relata que “yo tuve un embarazo complicado, así que sabía que lo más probable es que íbamos a pasar por la Neonatología. Uno sabe que va a transitar algunos días por la Neo, pero en realidad conoce lo que es una vez que está adentro, conviviendo. Yo siempre digo que es como un universo que se abre, y uno empieza a conocer de qué se trata. Ema estuvo casi un mes, no tuvo complicaciones, por lo que era esperar que pasen las semanas, de engorde, como se dice. Lo que conocí que los médicos, las enfermeras, las chicas de la residencia, las chicas del lactario hacen un trabajo impresionante que va más allá de la parte solidaria. Le ponen mucho amor y no creo que todos los servicios lo tienen. Me tocó convivir con otras mamás que venían de otros lados, y lo que me contaban era distinto a lo que tenemos en Suárez, yo creo que esto es espectacular”.
Roxana, es mamá de dos niños; “después de 7 años de búsqueda con un tratamiento de fertilidad, logramos que llegaran Ema y Simón. Felices, y como Marina decía, al principio con todos los miedos de un embarazo múltiple, las complicaciones que pudieran venir. Por suerte tuvimos un embarazo perfecto, todo bien siempre”.
“Al final, yo tenía mucho líquido en las bolsas, así que tenía que hacer un poco de reposo. Nacieron en la semana 36, por lo que el paso por la Neo fue breve, 16 días, para esperar que alcancen el peso ideal. Nunca ninguna complicación, siempre bien, siempre tranquilos. Como decían las chicas el paso por la Neo es descubrir este universo nuevo y una está muy vulnerable. Por más que no haya complicaciones, cualquier cosita a uno la pone mal. Uno siente que se genera una comunión entre todas las mamás que estamos, y una se pone mal o se anima con las historias que pasan al lado nuestro”.
Hoy los dos bebes de Roxana y Gustavo tienen 6 meses, “nosotros que estuvimos tanto tiempo sola con mi marido en caso, fue un cambio brutal, fatal al principio, mucho trabajo, muy difícil, pero muy gratificante a la vez. Ellos ahora son re buenos, duermen muy bien, pero los 3 meses, dormía poquito o nada, porque si no era uno era el otro, por lo que he pasado varias noches sin dormir. Gracias a Dios tenemos mucha ayuda, mamá, mi hermana y gente que nos ayuda todo el tiempo”.
Estefanía es mamá de una beba preciosa que tiene mes y medio. Pequeñita, en los brazos de su mamá, la beba duerme, mientras Estefanía cuenta que estuvieron en la Neo 16 días.
“Fue un embarazo medio complicado, nació en la semana 35. Uno siempre desea tener al bebé con uno, por lo que fue un poco angustioso. Pero la función del lactario y de la Neo es muy buena, te deja muy contenta en el sentido que sabés que el bebé está bien cuidado y nosotras también lo estamos”.
“La estimulación del lactario hace que uno no se quede como vacía. Es decir, te vas a tu casa, pero acá estás haciendo el trabajo para dejarle a tu bebé. Eso llena el espacio vacío. El ir y venir cuesta un poco, los horarios para el lactario son cada 3 horas, pero uno lo hace con tanto amor, porque sabe que lo está haciendo para su bebé. Cuando uno se va a la casa con el bebé, se llega a la conclusión que valió la pena. Cuando no hay complicaciones es difícil, pero ya pasó, ya está”.
Noelia es mamá de Samuel, acompañada del padre de su bebe, agradeció “a todos, a los médicos, enfermeras y a las chicas del lactario. La verdad que no fue lo que nos esperábamos. “Samu” fue muy buscado, nos costó un montón. Lo que nos costó, dolió, pero acá estamos. Creo que el sufrimiento más grande fue el día que me internaron, que no sabíamos qué iba a pasar, estábamos de 29 semanas, era muy chiquito”.
“Los pronósticos que me daban no eran muy alentadores. Quedamos internados un viernes a la noche, y el otro día al mediodía Samuel tuvo que nacer de urgencia. Nació de 29 semanas y 943 gramos. Fue uno de los más chiquitos. Justo esa semana había otros bebés que nacieron del mismo tiempo de gestación por lo que con las mamás compartíamos esos momentos de angustia con otras dos mamás. Siempre tratábamos de mirar las caras de los médicos y enfermeras, de agudizar un poco más el oído para escuchar a ver qué es lo que van a decir, qué puede llegar a pasar, cómo se encuentra exactamente el bebé”.
“Esos miedos hasta el día de hoy siguen estando. Hasta que él no camine, no hable, no haga las cosas normales de un bebé, nacido a término, cualquier mamá no queda tranquila. Nos agarró muy de golpe, no teníamos nada organizado, nada comprado, nada de nada. Tenerlo upa por primera vez fue muy catastrófico, no sabíamos lo que iba a pasar, teníamos miedo, porque estaba todo conectado; tenía miedo, pero necesitaba tenerlo a upa sólo un minuto. Samuel estuvo 102 días, luchamos porque nos dieran el alta, queríamos estar en casa. Fue volver a la normalidad, era lo que queríamos y habíamos soñado. Estar en casa es vivir otro mundo, el que queríamos vivir, de formar una familia y de tener al hijo que queríamos”.
Eliana y Benjamín, son los papás de Emilia, la primer bebé que inauguró la Neo nueva y que hizo todo el proceso de tratamiento en el nuevo edifico para el servicio. La mamá cuenta que “costó tenerla a Emilia, fue un sufrimiento estar acá, porque no sabíamos qué iba a pasar. Pero a medida que fue pasando el tiempo, fue evolucionando, todos los días teníamos una noticia nueva y buena. Nació con 1,630 gramos”.
El papá cuenta que nació un mes y medio antes de la fecha de parto: “los riesgos estaban. Una noche se descompuso Eliana, vinimos de urgencia, y los médicos nos dijeron que los riesgos estaban porque la bebé es muy chiquita, muy prematura, y el peso tampoco era una locura. Los bebés siempre bajan un poquito cuando nacen y Emilia bajó hasta 1,400 kg. Por suerte fue evolucionando, la peleó y hoy ya la tenemos con nosotros”. Cuentan los papas que además de la familia, el apoyo fue “de las enfermeras, los médicos que estaban de guardia, todo el mundo, todo el tiempo. Nos hablaban, nos decían que Emilia iba a estar en Neo. A los dos o tres días pude tenerla upa. Era muy chiquita no sabía como tenerla”.
El papa cuenta que “yo esperé un poquito para tenerla upa, porque primero tenía que tener contacto Emilia con la mamá, por el tema del pecho; se hizo un poquito larga la espera. Pero gracias a los médicos y a las enfermeras que estuvieron pendientes de ella todo el tiempo, ella gracias a Dios está acá, está sanita y la tenemos con nosotros”.
Estas son verdaderas y emotivas historias de vida de mamás especiales en la
Semana del bebé prematuro.

 
 
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