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La película secreta de la restitución del cuerpo de Eva Perón
Es un acontecimiento del que se conocen los aspectos formales. Pero en este documental, Infobae muestra por primera vez su lado íntimo, a través del registro fílmico y escrito que Perón hizo de esos impactantes momentos

Las imágenes que aquí se revelan provienen de la filmación que el Presidente destituido y exiliado desde 1955 pidió hacer del cuerpo de su segunda esposa al serle restituido el 3 de septiembre de 1971 y de la agenda en la cual, día a día, se registraban las actividades que tenían lugar en la residencia de Perón en Puerta de Hierro, Madrid.
De los presentes aquel día en el momento de la restitución, solo vive aún Isabel Perón, y es conocida la reserva en la cual se mantiene. Ello resalta el valor de estos documentos, que permiten una aproximación a la intimidad de un hecho que, aunque público e histórico por la dimensión de sus protagonistas, también involucraba los más profundos sentimientos personales.
"Todo el día en tensión y sin noticias. A última hora nos avisan que será el día 3 a las 16hs", es la única anotación en la agenda de Puerta de Hierro el jueves 2 de septiembre de 1971.
Una frase concisa, pero que dice mucho. El acontecimiento esperado es la devolución del cuerpo de Eva Perón, robado en 1955 y del que nada se sabía hasta entonces.
"Cuando entregan el cuerpo, se blanquea todo, dónde había estado. Además Perón percibió, lo contó después, que el chofer hablaba en italiano", dijo a Infobae Osvaldo Papaleo, recordando el viaje que hizo a Madrid como enviado de Canal 9 en aquel septiembre de 1971 al enterarse de que era inminente la restitución del cadáver de Eva Perón.
Se dan también a conocer aquí otros dos documentos secretos, elaborados en 1974, cuando finalmente los restos de Evita fueron repatriados a la Argentina: son los informes elevados a la entonces presidente de la Nación, Isabel Martínez de Perón, sobre los trabajos de restauración del cuerpo practicados por Domingo Tellechea.
María Eva Duarte de Perón había muerto de cáncer en 1952. Su cuerpo, embalsamado por el doctor Pedro Ara, estaba depositado en el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT), en la calle Azopardo. De allí fue robado el 24 de noviembre de 1955 por los militares que un par de meses antes habían derrocado a Perón.
Desde aquel momento, circuló toda clase de rumores sobre su destino: que había sido arrojado al Río de la Plata, que había sido incinerado, incluso profanado...
Durante casi 16 años, Perón ignoró el paradero de los restos de su esposa. Incluso gestiones que hizo ante la Santa Sede –ya que la versión de una intervención del Vaticano había llegado a sus oídos- quedaron sin respuesta.
Es imaginable entonces la expectativa y la tensión con la cual esperaba la concreción de aquello que había reclamado, en el marco de las negociaciones entabladas poco antes con la dictadura de entonces. El viernes 3 de septiembre, Perón se prepara, convocando a Puerta de Hierro al provincial y a otro sacerdote de la Orden de los Mercedarios, como consta en la agenda.
Los restos de Eva Perón ingresaron a España bajo un nombre falso -el gobierno español hizo la vista gorda-: María Maggi de Magistris, el mismo que podía leerse en la lápida de la tumba en el Cementerio Mayor de Milán, donde estuvo sepultado desde el 13 de mayo de 1957.
Muerta y santificada, Evita seguía asustando a sus enemigos, tanto o más que cuando estaba viva. Al punto que el primer militar que tuvo a su cargo el féretro robado prácticamente enloqueció, como lo confirma el coronel Héctor Cabanillas, encargado por el general Pedro Eugenio Aramburu, hombre fuerte del régimen instaurado en 1955, de organizar la "expatriación".
"Era una gestión que había hecho directamente el Vaticano con el gobierno de entonces, con Aramburu, al cual le certifican que todo se iba a desarrollar en paz, y fue así, Evita realmente descansó en paz, bajo otro nombre, lamentablemente, pero descansó en paz", dice Osvaldo Papaleo, quien más tarde llegó a desempeñarse como secretario de Prensa del gobierno de Isabel Perón.
De este modo se acababa la amenaza, palpable, de que algún comando de la incipiente resistencia peronista recuperara el cuerpo de Evita para convertirlo en estandarte. Pero también se acababa la sorda pelea entre los militares acerca del destino de los restos. Los más irreductibles querían hacerlos desaparecer definitivamente. De hecho, el robo del cuerpo de Evita fue parte de la ofensiva desatada por la llamada Revolución Libertadora para borrar todo vestigio de simbología peronista.
Papaleo está convencido de que, en ese marco, la intervención del Vaticano fue positiva. "Fue una opción bien elegida la Iglesia – dice-, porque en aquel momento Aramburu se encontraba arrinconado por los sentimientos de muchos de sus camaradas. Si no hubiera intervenido el Vaticano no hubiera tenido el cuerpo de Evita el tratamiento que tuvo, y el silencio que hubo durante tantos años, que calmó los espíritus".
La lápida y la tumba secreta de Evita siempre estuvieron cuidadas. Regularmente llegaba dinero para su mantenimiento al cementerio de Milán.
Con la distancia que da el tiempo, con todo lo cruel que fue esta desaparición de una década y media, puede apreciarse que, en el marco de la violenta ofensiva contra el peronismo en aquellos primeros años, la opción italiana fue tal vez el mal menor.
Aramburu apeló al Vaticano, o al menos a algún sector interno de la curia romana: el secreto quedaba así garantizado ya que muy pocas personas conocerían el paradero exacto del cuerpo. Es por eso que, cuando Alejandro Agustín Lanusse, el general que presidía el gobierno de facto en 1971 y que inicia las conversaciones con Perón con miras a una salida democrática, decide devolver los restos de Evita, debe apelar nuevamente a Cabanillas, el mismo que los había transportado a Milán.
Por el Vaticano, la gestión para exhumar el cuerpo la hizo quien firma el acta de restitución como Padre Alessandro Angeli, que en realidad era el sacerdote y periodista Giulio Madurini.
En Madrid, los trámites ante las autoridades para permitir el curioso procedimiento de ingresar el cuerpo de la esposa del exiliado más notable de España bajo un nombre falso, corrían por cuenta del embajador argentino brigadier Jorge Rojas Silveyra.
Osvaldo Papaleo fue el primer periodista en llegar al sitio donde estuvo oculto el cadáver y pudo reconstruir el recorrido que hizo el extraño cortejo de Evita desde la clandestinidad de aquel cementerio italiano hasta Puerta de Hierro, la mítica residencia de su viudo en Madrid.
"Cumple la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación..."
¿Quién no ha oído alguna vez este anuncio del locutor oficial, Jorge Furnot? Al respecto, el diario de Puerta de Hierro confirma un detalle impactante: que la hora de la restitución casi coincide con la hora en la que Evita "entró en la inmortalidad", en 1952. Cabanillas contó que, al darse cuenta de esta coincidencia, la comitiva decidió hacer tiempo antes de llegar a Puerta de Hierro. En la agenda quedó consignado así: "La entrega de los restos de Evita fue exactamente a las 21:10 hora española".
Se redactó un acta, que fue firmada por todos los presentes, y de la que aquí puede verse el original y la lapicera sheaffer con la cual Perón estampó su firma.
Fuente: Infobae.

 
 
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