Consultada la Profesora Maria Cristina Sanso, quien atiende en nuestra ciudad en los consultorios CIMO de Lamadrid 1016, sobre lo que implica esta especialidad, comentó que “la bioneuroemoción todavía no es demasiado conocida, pero sí se está difundiendo enormemente en distintas partes del mundo y en los últimos tiempos en Argentina. Se trata de buscar salud detectando causas de la enfermedad a través de lo emocional. Esto sería una síntesis muy somera. Plantea que toda emoción ha sido causada por un bioshock de tipo emocional. Ese shock ingresa por nuestros sentidos, normalmente nos damos cuenta que algo nos está pasando y depende de cómo se gestione esa situación, depende de cómo funciona después en nuestro organismo. Hay personas que gestionan bien un shock y otras que lo viven de manera muy fuerte, como que se derrumba el mundo. Según cómo se viva esto es el efecto sobre el cuerpo. Para dar un ejemplo: alguien es despedido de su empleo, un caso típico de bioshock. Habrá quien lo gestiona de una manera tranquila, con una visión optimista, confiando en que va a conseguir otro trabajo, quizá lo que pueda hacer es un pequeño problema de piel, un salpullido, pero otros lo vivirán de manera que va a sentir que él y su familia se mueren de hambre, que no van a poder sobrevivir y eso, por ejemplo, afectará su hígado. Otros pensarán que no valen nada y eso afectará sus huesos. Con distintas patologías, según como esto se viva. Con mayor intensidad las patologías serán más problemáticas, con menor intensidad será más leve. En síntesis, esto es lo que hace la bioneuroemoción”.
Avanzó Maria Cristina en su explicación señalando que “esto se basa en la nueva medicina germánica, que organizó 30 años atrás el Dr. Hammer. Es un médico alemán que estando de vacaciones en Italia con su familia su hijo es herido en un incidente extraño en la costa. El hijo muere dos meses después. En el lapso del año siguiente el médico se da cuenta que él y su esposa desarrollaron cáncer. Ahí comienza toda la investigación. Este médico trabajaba en numerosas clínicas en Alemania. Empezó a preguntar a los pacientes si cada uno de ellos con su patología ha tenido algún tipo de shock emocional. Treinta años después, y cientos de casos clínicos comprobados, ha llevado a formular una teoría evidenciada en la práctica que todo shock emocional genera un impacto físico. El cerebro lo gestiona”.
Habló que “al dolor hay que expresarlo, dejarlo salir, a través de la rabia, a través de lo que se llama emociones de tipo primario, viscerales. El dolor debe salir, porque si no se gestiona tarde o temprano causa un problema de salud. Esto está basado en la psicología, donde nos plantea que el cuerpo cuando aparece con una enfermedad nos está diciendo que algo está mal y tiene que ser tratado. Esto es complejo, difícil de entender, pero es apasionante porque funciona. Nosotros no curamos. Lo que hace la bioneuroemoción, a través de nosotros que nos llamamos acompañantes, es acompañar a las personas a través de técnicas de programación neurolingüística, para que encuentre dentro de sí el conflicto. Y trabajamos para cambiar este conflicto y para que la persona por sí misma recupere la salud”.