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Argentina cayó ante México en el Preolímpico
El equipo comandado por la "Oveja" Hernández perdió por 95 a 83 por lo que volverán a chocar este viernes en una de las semifinales. En la otra, Canadá ante Venezuela. Los ganadores estarán en Río 2016

La guerra interna que vive Siria desde 2011 es sin dudas el conflicto más sangriento de la actualidad. Lo que empezó como un enfrentamiento entre grupos rebeldes contra el régimen de Bashar Al Assad se fue agudizando y la irrupción de ISIS no hizo más que llevar la escalada a límites sin precedentes, con crímenes cada vez más salvajes. El saldo al día de hoy es elocuente en cuanto a la gravedad del conflicto: ya murieron más de 250 mil personas.
La Siria a la que llegó la hermana Guadalupe Rodrigo cuando todavía no había cumplido los 40 años no era así. Su realidad era muy distinta. De hecho fue la convivencia pacífica que allí había entre las principales religiones la que llevó a esta monja oriunda de San Luis a elegir Alepo como un lugar para "buscar tranquilidad", luego de misionar por otros países de esa región bajo la orden la Familia del Verbo Encarnado. Así lo contó en un breve contacto con periodistas antes de brindar, este miércoles, una charla en un auditorio de Palermo.
La hermana se encuentra momentáneamente en la Argentina por razones familiares. Antes de regresar a esa tierra caliente, aprovecha por estos días para dar a conocer la magnitud de la crisis siria, su complejidad, y alertar sobre la falta de expectativas que permitan imaginar una solución. Eso fue lo que hizo en la charla que organizó el grupo Acuerdos Básicos y que tuvo como moderador al empresario Adrián Werthein.
Ubicada al norte del país, Alepo es la mayor ciudad de Siria. Centro del poder financiero del país, hasta 2011 era hogar de las clases altas y medias altas, y su poder se reflejaba en un desarrollo urbano acaso inusual en el mundo árabe. Hasta que llegó la guerra. "De un día para otro teníamos los aviones y los tanques encima", contó la monja.
El lugar fue sitiado por bandas que combaten al régimen. Se cortaron todas las vías de acceso y se asfixió a la población de los insumos más básicos. El testimonio de la hermana habla de cómo sus habitantes se han tenido que acostumbrar a vivir sin luz ni agua, con alimentos que se consiguen a cuentagotas. "Los árboles están pelados porque la gente saca las ramas para cocinar y prender fuego", graficó.
Además del asedio los bombardeos son moneda corriente. De los 22 millones de personas que viven en Alepo, la mitad perdió sus casas, hoy reducidas a escombros. "Un día tomaron un barrio y avisaron que había dos horas para dejarlo. Muchas familias se fueron con lo puesto, con lo que tenía a mano. Pero hubo quienes se quedaban esperando la muerte", dijo.
"¿Por qué el terrorismo busca tomar Alepo? Porque es el último bastión. Cae Alpeo y cae el Gobierno y se impone la ley islámica y se acaba el cristianismo", explicó. Es que el cristianismo es el foco principal de la violencia fundamentalista. "Hay un genocidio", afirmó.
Los cristianos son blanco de las peores atrocidades, y tienen al Estado Islámico como principal verdugo. Durante la presentación se exhibieron fotografías. En una se ve a una mujer atada a una columna. La hermana contó que la dejan allí para que los transeúntes la golpeen hasta que ella acceda a convertirse al islam. "Pero ella resiste en su fe", acotó.
En el diálogo que mantuvo con la prensa antes de la exposición, Guadalupe respondió que entre las imágenes más dramáticas que guarda sobre el conflicto se cuenta el entierro de chicos vivos, o las violaciones y asesinatos en masa por cuestiones de orientación religiosa. De algunas fue testigo, otras fueron relatadas por personas que participan de las actividades que realizan en la parroquia en la que vive o en la pensión para universitarias en la que trabaja. "Ellos son intolerantes con todos", indicó.
"Antes de la guerra mi tarea estaba en el apostolado, ahora es estar, acompañar. Lo único que ayuda es la fe", confesó.
La monja se salvo por segundos de perder la vida por un misil que explotó a 50 metros de su iglesia y que dejó 400 víctimas fatales. Vio los camiones que luego de las explosiones juntan restos humanos en bolsas de residuos para llevar a la morgue. Conoció jóvenes que murieron, cuidó a otras heridas y aprendió a caminar evitando las miras de los francotiradores. "No recuerdo un día de silencio en los últimos cuatro años, todas las noches uno piensa que quizás no se levante", admitió.
En medio de la tragedia y el miedo, ella encuentra refugio en la religión. Aseguró que la fe es todavía capaz de generar sonrisas en el lugar y destacó la importancia de los pronunciamientos del papa Francisco y otros líderes religiosos al respecto.
Pero pidió que el mundo intervenga para frenar la matanza. "Es vergonzoso que haya tenido que salir la foto de Aylan Kurdi -cuyo cuerpo apareció en las costas de Turquía y se convirtió en una postal de la calamidad de los refugiados- para que se despierten", lamentó. "La gente no quiere migrar a Europa, quiere vivir en paz en su país".
Su alocución terminó con un emotivo video con música del cantante y catequista Maxi Larghi, titulado "Soy Nazareno", que versa sobre las penurias de muchos cristianos.
Fuente: Infobae.

 
 
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