Nada mejor que ella para hablar sobre lo que implica esta actividad y lo que deja en las personas que la practican.
Maria Justa Segonds contó que “cuando terminé el colegio secundario siempre me preguntaban a qué me iba a dedicar. Siempre estuve involucrada con los caballos, siempre hice marchas hípicas en Coronel Suárez, siempre me encantó lo que fue la parte de equitación y de salto. Como en Coronel Suárez no podíamos acceder lo que hice fue irme a Buenos Aires, tuve la suerte de capacitarme y dar clases allí. Mi objetivo era volverme a Suárez a enseñar lo que había aprendido en Buenos Aires. Hace alrededor de más de 20 años que lo hago. Al principio parecía raro enseñar en este lugar, donde hay caballos por todos lados, este tipo de clases. Pero siempre remarqué que más que nada enseñaba equitación y salto también. Hay una primera parte que es el adiestramiento y que se refiere a la funcionalidad del jinete arriba del caballo. Hay toda una estructura y una forma de montar que sintetizo en elegancia, coordinación entre el animal y la persona, haciendo paso, trote y galope. Lo que a mi siempre me encantó fue trabajar con chicos, por eso lo que terminé haciendo en Buenos Aires fue trabajar en los Pony Club, que era bastante novedoso, por eso fundé el Pony Club Coronel Suárez. Con los años han pasado miles de chicos”.
Destacó que “el caballo nos da también la posibilidad de una relación de amistad con el otro que está llevando a cabo la misma actividad. El contacto con la gente a través del animal”.
Al principio de las actividades de equinoterapia María Justa Segonds prestó su campo de recreo y caballos para que surgiera esta actividad: “traté siempre de colaborar con el tema, que me parece muy importante, porque implica la posibilidad de una ayuda más a las personas que tienen alguna discapacidad, a través de la terapia con caballos”.
Un gran cuello de botella representa “el encontrar animales mansos para poder llevar a cabo la actividad. Hay una frase habitual dentro de la Federación Ecuestre Argentina: ‘caballo viejo para alumnos nuevos, y caballo nuevo para alumnos viejos’. Este es el lema que como instructores tenemos que respetar totalmente”.
Desde hace un tiempo, desde el Pony Club Coronel Suárez, se vienen organizando marchas donde participan las familias con sus hijos, que se transforman en jornadas solidarias, ya que siempre se termina la recorrida en alguna escuela rural, donde se comparte un almuerzo y la jornada, lo que representa una oportunidad de colaborar con las instituciones que los reciben.