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Macri, atado a la suerte de Massa y envalentonado con Vidal
El líder del PRO, que volvió a descartar un acuerdo con el Frente Renovador, necesita que el tigrense consolide su caudal de votos para llegar al ballottage. Cómo sigue la estrategia de la cupula macrista

El almuerzo del miércoles en el Hotel Madero, que se prolongó hasta pasadas las 5 de la tarde, fue de catarsis. El punteo minucioso con el que Mauricio Macri analizó junto a su mesa chica los retazos electorales del pasado domingo dejó un sabor agridulce: se cumplió el objetivo de quedar a menos de diez puntos de Daniel Scioli, pero se podría haber hecho más.
Por momentos, el salón del hotel de Puerto Madero -al que llegaron, además de Macri, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Jaime Durán Barba, Jorge Macri, Emilio Monzó, Gabriela Michetti, Marcos Peña y Nicolás Caputo- se llenó de tensión. Hubo reproches intensos entre el intendente de Vicente López y jefe de campaña bonaerense y el ministro de Gobierno y jefe de campaña nacional por algunos magros resultados en el interior del país, en especial en el norte, que la mesa chica del PRO le atribuye a Monzó. Hasta el jefe de Gobierno, según confiaron dos de los presentes, habría maltratado a su jefe de campaña y operador político. La buena performance en la provincia de Buenos Aires, que confirmó la excelente sintonía entre el primo Macri y Vidal, fue lo que salvó la ropa del candidato presidencial de Cambiemos.
La estrategia de Macri de cara a octubre tal vez arroje pocas novedades, aunque lo más probable es que algunos nombres asomen con más fuerza. Rodríguez Larreta podría hacerse cargo de la región centro –Córdoba, La Pampa, Santa Fe, Entre Ríos-, Michetti fatigará el norte del país –el NOA y el NEA, donde el PRO deberá aceitar la relación con Gerardo Morales- y el intendente de Vicente López, fortalecido, volverá a centralizar la campaña bonaerense.
Pero la novedad más notable de los últimos días en el comando electoral de Macri es la conclusión principal a la que llegó el jefe de Gobierno con núcleo íntimo. Su suerte está atada a la de Sergio Massa, y no habrá ningún acuerdo electoral hacia octubre, por el contrario: el líder del PRO necesita que su par del Frente Renovador consolide los votos que cosechó en las primarias si es que aspira a avanzar a un eventual ballottage.
"Nosotros, con mucha generosidad, podemos llevarnos el 70 por ciento de los votos de Massa y de (José Manuel) De la Sota. Con que Scioli se quede con el 30 por ciento restante le alcanzaría para ganar en primera vuelta", explica uno de los dirigentes que participó el miércoles de la reunión de Puerto Madero. Puede haber canales de diálogo –de hecho, el empresario Nicolás Caputo, el mejor de los amigos de Macri y la pieza fundamental de su ingeniería financiera electoral, mantiene una relación fluida con el ex intendente de Tigre. Y hasta acuerdos distritales con doble funcionalidad, para que aquellos intendentes como Joaquín de la Torre, de San Miguel, o Mario Meoni, de Junín, traten de retener sus distritos con ambas boletas, la de Massa y la de Macri. Una ecuación en la que todos ganan.
El líder del PRO vuelve a tirar por la borda un acuerdo explícito con el líder del Frente Renovador, como lo hizo antes de las PASO contra la presión del círculo rojo. La diferencia es que en el primer turno electoral, el del domingo pasado, lo hizo porque Durán Barba y Peña lo convencieron, con razón, de que los votos no se sumaban. Si en octubre sería así, nadie lo sabe. Lo cierto es que ahora, la estrategia de Macri pasa por otro lado. "Para nosotros sería fantástico que todo salga igual que en las PASO, el mismo resultado, los mismos porcentajes, lo firmamos ya", asegura un funcionario de la mesa chica. La clave, según ellos, es que el gobernador bonaerense y candidato del Frente Para la Victoria sume lo menos posible.
Macri compensa su disgusto con la performance del PRO en algunas regiones del país como el norte –su amigo Caputo es igual de crítico que él- con la satisfacción de haber coronado a Vidal como la revelación electoral de las PASO. La vicejefa se coló en el podio macrista de la popularidad, en el que por ahora solo brillaban el propio jefe de Gobierno y Michetti. Ahora comparan el presente de la vicejefa y candidata a gobernadora con el Massa del 2013, que descolló y trituró al Gobierno en la provincia de Buenos Aires. "Hace dos años todos querían ser Massa, ahora todos quieren ser como Vidal", explica, un tanto exagerado, un dirigente del riñón íntimo del PRO.
Lo que sí va a copiar Vidal del ex intendente de Tigre es parte de la estrategia de campaña que el líder del FR diseminó en el último tramo de su campaña presidencial: según confían desde su entorno, la candidata va a ser cruel con La Cámpora, como lo fue el ex jefe de Gabinete. Las encuestas que manejan, según ellos, dan cuenta de una imagen negativa cercana al 80 por ciento de los jóvenes K a nivel nacional.
El otro objetivo de Vidal será Aníbal Fernández. Nada de ensañarse con Scioli, "porque mide bien". Eso explica que a pesar de las inundaciones que todavía duelen en muchos distritos provinciales, las críticas de los máximos dirigentes del PRO al gobernador bonaerense todavía son demasiado edulcoradas.
La cúpula macrista está convencida de que la vicejefa de Gobierno porteño tiene chances reales de ser gobernadora, una utopía irrealizable hace menos de tres meses. A su lado van a trabajar, cuentan, para llegar al 40 por ciento de los votos y convertirla en jefa. Dicen que necesitan unos 800.000 votos más, que ya tienen identificados como posibles o eventuales votantes de cara a octubre, segmentados por distrito y nivel socioeconómico. Van a apuntar la campaña hacia ellos. Nada de esfuerzos extra.
Así como el crecimiento de la ex ministra de Desarrollo Social envalentona a Macri también preocupa al oficialismo. En especial porque otro hipotético traspié de Scioli como la fallida estadía en Italia en medio del diluvio, y los coletazos de la interna entre Fernández y Julián Domínguez podrían provocar una pequeña pero contundente sangría de votos hacia la candidata de Cambiemos y hacia el líder del PRO.
Aunque primero deberán resolver los flancos débiles de una fiscalización que funcionó en buena medida porque hubo que rentar fiscales y mudar los de la ciudad de Buenos Aires hacia territorio bonaerense. El acertijo es si insistir con los voluntarios digitales o apelar a la rudeza. Hubo mesas en las que, por ejemplo, el jefe de Gobierno no sumó ni un voto.
Pero antes que eso, Macri tendrá que retener los votos de Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Su suerte no depende solo de él. Serán dilemas a resolver cuando regrese de sus vacaciones, en los próximos días.
Fuente: Infobae.

 
 
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