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Los Pueblos Alemanes y su gente.
Ingeniera Civil María Virginia Heuman.

 

Un ejemplo en tenacidad, convicción y esfuerzo para obtener un logro.
“A los padres que confíen en lo que les enseñaron a sus hijos. A los hijos que no bajen los brazos, que sigan, que van a llegar”.

Tiene detrás una historia de lucha, pero también de continuar a pesar del dolor; de esfuerzo, porque trabajó para ayudar a sus padres en su propio sostenimiento fuera de la ciudad, en la continuidad de sus estudios universitarios.
Muy buen promedio en su historial como alumna primaria y secundaria, terminó su carrera de Ingeniera Civil siendo el promedio más alto de su clase; y aunque sintió el desprendimiento del hogar familiar, cada vez que decía su apellido y contaba su historia la gente le hacía saber que reconocía en los descendientes de los alemanes del Volga a personas trabajadoras, responsables y buena gente.
Hace unos días atrás, a través de nuestro Diario Digital, dimos a conocer esta historia, pero valía la pena detener el diario transitar para hablar más exhaustivamente con esta joven de 32 años oriunda de Pueblo Santa María, actualmente residente en Monte Hermoso, que el mes pasado recibió, por fin, su tan ansiado título de Ingeniera Civil.
“Soy de Pueblo Santa María, mi papá es de San José, mi mamá de Santa María. Cuando se casaron eligieron vivir en la tercera Colonia Alemana. Ahí es donde yo nací, me crié, fui a la escuela”, relató iniciando la entrevista.
Cursó la primaria en la Escuela Parroquial Santa María. La secundaria en la que por entonces se llamaba Media Nº 2 Nicolás Levalle, hoy Escuela Secundaria Nº 2.
“Siempre me gustó estudiar, me encantaba ir a la escuela, es la realidad. Me gustaba la matemática y la física. Además tenía un profesor que nos daba historia pero era arquitecto. En el último año empecé a preguntar a todos los profesores qué habían estudiado. En un principio quise estudiar Ingeniería Química por el tema de la fábrica (lo que por entonces era la empresa Gatic); después hablando con este profesor me contó cómo era arquitectura, me gustó, pero averiguando en Bahía Blanca no se dictaba la carrera. Estaba Ingeniería Civil en la Universidad Nacional del Sur y empecé esta carrera”.
En el año 2001 empezó la cursada, “hice hasta 3er año en la UNS, pero después, con la caída de la fábrica, me tuve que poner a trabajar para ayudar a mi familia. Pero es muy difícil hacer las dos cosas estudiando en la UNS, más que nada por los horarios, porque las cursadas son en diferentes horarios. Se me hacía imposible continuar, fue en ese momento que una amiga me habló de la Universidad Tecnológica. Me puse en contacto con esta universidad, donde me recibieron tan bien que me decidí enseguida. Lo que tiene esta casa de estudios es el horario, con la cursada que empieza a las 6 de la tarde; uno empieza a trabajar media jornada. Me encontré que la mayoría de mis compañeros trabajaban y tienen familia. La UTN está armada para que uno pueda estudiar y trabajar”.
Al principio trabajó en diferentes lugares, pero inmediatamente la UTN, “que te tiene en cuenta, no sos uno más, presenta posibilidad de becas”.
María Virginia logró una de las becas de la casa universitaria y consiguió trabajo en uno de los laboratorios de la universidad que se dedica a la cuestión del medio ambiente, lo que representó una ayuda para el esfuerzo que estaban realizando sus padres.
Cuando promediaba sus estudios sobrevino un acontecimiento doloroso en su familia: el fallecimiento de su mamá.
La contención de la familia, de sus compañeros y profesores la ayudaron a María Virginia a cursar el duelo y no cejar en sus estudios. “En ese sentido la Universidad Tecnológica es muy cálida, es como que está muy presente con los problemas de todos”.
Como buena parte de los estudiantes hacía trabajos de temporada en Monte Hermoso, lugar donde solía ir a veranear con su familia, ahí conoció a Diego, su marido, y es el lugar que ambos han elegido para vivir.
Recordando el momento en que rindió la última materia, María Virginia reflexiona que “uno nunca tiene que perder de vista adonde quiere llegar. A pesar de todo nunca bajé los brazos. Muchas veces me quise volver. Con mis compañeros y mi familia que siempre me apoyaron lo logré. Me llevó tiempo, no es fácil trabajar y estudiar, y en el medio todo lo que pasó con mi mamá. Pero mi hermano, que también estudió Ingeniería Civil, mi familia, mi abuela que siempre nos cocinaba y nos mandaba la comida, lo que también ayudaba porque mucho tiempo no teníamos”.
“Siempre que me preguntaban de dónde era tenía que hacer como todo un prólogo. Decía, ¿vieron Coronel Suárez? En Coronel Suárez hay tres Pueblos Alemanes, yo estoy en uno de esos pueblos. Empezas a contar la historia, decía que era descendiente de alemanes. Me llamaba la atención porque mucha gente ya sabía de qué estaba hablando e incluso muchos habían visitado las Colonias. Tener un apellido alemán te ayuda en el hecho que está muy bien visto, como gente responsable, con compromiso, que trabaja y que es buena gente”.
Muchas veces fue hasta la administración de la universidad para contar si tenía cursadas todas las horas de las materias electivas, “uno tiene el miedo y la incredulidad de ver que llega el momento de, efectivamente, rendir la última materia. Son tantas materias que cuando llega ese momento una empieza a dudar”.
Recuerda que al día siguiente de rendir la última materia “me lloré todo, no me podía levantar. Es como que recordé todo y caí en la realidad, que ya había llegado”.
Voz autorizada por la historia que fue tejiendo hasta lograr su título, es bueno que estudiantes y padres escuchen lo que esta novel profesional tiene para decir: “yo le digo a los papás que confíen en lo que les enseñaron a sus hijos y que no los presionen, porque uno cuando está allá piensa mucho en la familia, extraña y se quiere volver. Y lo más importante es que uno siempre les de fuerzas porque nada es imposible. Si un quiere llegar lo logra. Que los apoyen, que no los reten cuando les va mal porque uno hace todo lo que puede. Yo terminé la secundaria con un excelente promedio, fui abanderada y me costó un montón porque el cambio que hay desde la secundaria a la universidad es gigante, en el sentido académico y porque uno está malcriado por la familia. Uno pasa de hacer un deporte y de ir a la escuela a hacerse cargo de la comida, organizar sus tiempos, pagar los impuestos, administrar el dinero. Uno aprende un montón de cosas de repente, siendo chico todavía. A los chicos les digo que si ellos sienten en un momento que eso no es que no tengan miedo de cambiar. Yo dudé mucho, lo pensé mucho (de cambiarme de una universidad a otra) por todos los prejuicios que uno tiene. Si uno siente realmente que es lo mejor para uno lo tiene que hacer, no importa lo que digan los demás. Que no bajen los brazos y que sigan, que van a llegar”.
Un ejemplo de que con tesón se llega a la meta propuesta.

 
 
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