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Escuela Secundaria Nº 4 de la Unidad Académica Julio César Lovecchio.

 

Encuentro con integrantes de la Fazenda de la Esperanza que funciona en Carhué.

El martes por la mañana se produjo una actividad especial, motorizada por docentes de la Secundaria Nº 4, con los auspicios de la dirección del establecimiento.
Visitaron la institución y tuvieron diferentes charlas con los alumnos integrantes de la Fazenda de la Esperanza, organismo que desde hace unos años funciona cerca de la vecina ciudad de Carhué, dedicada a la recuperación de personas adictas al alcohol y a las drogas.
Se trata de una organización que está diseminada por varios países y que en nuestro país tiene varios centros de funcionamiento como el que está cerca de la ciudad de Coronel Suárez.
Estuvo presente Martín, que es el Director de la Fazenda mencionada, y Federico, integrante del grupo. Ambos son adictos recuperados, como todas las personas que actualmente integran la Fazenda y que cumplen distintas funciones.
“Estamos como siempre haciendo un poco de prevención, contando nuestra experiencia, qué estamos haciendo, hablando de nuestra recuperación, del vacío que un día sentimos y cómo lo pudimos llenar”, dijo Martín ante la consulta.
Por su parte Federico, luego de aclarar que es de Bahía Blanca y que está en la Fazenda hace alrededor de 6 meses y que esta fue la primera vez que sale a dar un testimonio de su vida, habló de su nuevo estilo de vida y recordó sus tiempos de adicción: “tenía muchos proyectos de vida, muchas cosas que no podía concretar. Tengo un hijo que tiene 3 años de edad. Él me recibía y yo no podía darle ese afecto, ese cariño. Sentía en el pecho una tumba de cemento, que realmente me dejaba muy mal. Veía que mi familia progresaba en todo aspecto y yo me quedaba estancado. Decidí irme a la Fazenda, un lugar muy bueno, muy espiritual”.
Al consultarlo en torno a cómo fue la decisión de ingresar a la Fazenda, recordó que cuando su hijo cumplió 3 años de edad “mi madre, que ya no sabía qué hacer conmigo, me puso en contacto con el Servicio Local de Bahía Blanca, en el que me dijeron que si yo no podía hacerme cargo de mi hijo iba a perder la patria potestad. Ahí me empezó a caer la ficha. Un hombre que trabaja en el Servicio Local me comentó de este lugar y me dejó un papel con la dirección de Facebook. Un día en mi casa, cuando estaba muy mal, me fijé sobre este lugar y me gustó lo que vi. Le dije a mi madre que quería hacer la experiencia, así fue como conocí este lugar”.
Reconoció que “es muy difícil el proceso de salida de la adicción. La enfermedad de nosotros es para toda la vida. En la Fazenda nos enseñan a llenar ese vacío con otra cosa que es el amor. El amor al prójimo, ayudar a quien sea. Brindar afecto hacia otras personas. Amar al prójimo es muy gratificante y muy bueno”.
Para cerrar la entrevista Martín destacó que “es importante la comunicación. Nosotros fuimos personas que nos guardamos muchas cosas negativas y positivas. A través de eso se crea un vacío que nos cuesta mucho comunicar. Hay cuatro etapas en el consumo, desgraciadamente en la cuarta etapa llega un stop, uno pierde todo. Puede llegar a darse cuenta que necesita algo diferente. Nuestra intención con estas actividades de prevención es que no lleguen a probar las drogas y, si lo hicieron, que no lleguen a la cuarta etapa. Comunicarles también lo importante que es la familia, la comunicación con la familia. Creemos que los extraños, nuestros amigos, pueden tener la solución y esto no es así. Lo importante es la familia. Mamá y papá que trabajan mucho, que están cansados seguramente, tienen que ir a ese encuentro de comunicación con los hijos para evitar todo este tipo de cosas. Quiero decirles que sí se puede salir de una adicción. Es importante estar atentos los unos a los otros. Y que el amor es actitud”.

 
 
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