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Entrevista con una docente de alma.
María Esther Fregenal.

Al jubilarse donó su biblioteca personal al Instituto Nº 48.
Más de 1.000 libros técnicos y más de 2000 novelas.
“Es importante para el docente que lo que dice se multiplica siempre, cada palabra. Incluyan lo metafórico, la poesía, incluyan sensibilidad” reflexiona.

Es oriunda de Buenos Aires, donde desplegó toda su carrera docente. Tiene un amplio currículum que se inicia con ser profesora de jardín de infantes, pero también es maestra de Educación Física, Lic. en Psicología, Profesora e Investigadora del Instituto de Educación Física Enrique Romero Brest. Durante muchos años ha sido Secretaria de la Asociación de Vida en la Naturaleza y Educación (AVNE), que preside Marcelo Di Lorenzo.
Allí María Esther cumplió una intensa labor de carácter internacional, organismo este que está en contacto con la Federación Internacional de Centros de Entrenamiento en Métodos de Educación Activa (CEMEA), con sede en París.
Desde hace años comparten la pasión por la educación con el Profesor Marcelo Di Lorenzo, quien integra el plantel docente de la carrera de Educación Física del Instituto Nº 48.
Al jubilarse María Esther decidió donar todos los libros que fue acumulando a lo largo de las diferentes carreras que ha cursado. Se lo transmitió a Marcelo, quien le dijo que en el Instituto Nº 48 vendrían muy bien.
Estos libros han llegado ya a la institución educativa local y hoy, en una ceremonia, será recibida la donación, mientras que también se impondrá el nombre de “Profesor Jorge Saraví Riviere” a un sector de la biblioteca, quien fuera formador de generaciones de profesores de educación física en el país.
La Profesora María Esther Fregenal ya está en Coronel Suárez y La Nueva Radio Suárez tuvo oportunidad de entrevistarla.
Luego de leer parte de su currículum a manera de presentación indicó que “después de todo eso, si a mí me preguntan cuál es mi profesión yo digo maestra, que fue lo primero que hice. Soy maestra normal nacional, del año 1960. Yo no se por qué estudie psicología, pero en esto, en lo que trabajé mucho, fue en psicoprofilaxis, en prevención primaria. Antes que se enferme nadie uno actúa. Entonces los recursos de la educación física y del profesorado en Educación Preescolar me dieron muchísimas armas. Me gusta enseñar, nací para eso. Pero es bastante egoísta la cosa: me gusta enseñar, dar lo que tengo, pero aprendo mucho. Es egoísta porque me enriquezco yo. La relación es asimétrica, siempre. Uno da clase porque sabe eso que pretendo enseñar. A mí me interesó mucho siempre todo lo que es la educación dirigida, porque es una forma de integración e inclusión social. Implica el juego pero no porque sí, sino con alguna conducción. Por medio de la recreación nos enriquecemos todos e incluye desde enseñar bijouterie, campamento, caminatas, lo que fuere, las posibilidades son infinitas”.
Al jubilarse decide entregar los alrededor de 1.300 libros técnicos que fue reuniendo a lo largo de su carrera, los que fueron donados a la biblioteca del Instituto Nº 48.
“Tengo también alrededor de 2.000 o 3.000 novelas que voy a mandar acá, las que serán muy bienvenidas, según me dijeron”.
Al finalizar la entrevista, y al pedirle un consejo para los docentes que se inician o que están en período de formación, habló “del poder multiplicador de la docencia, lo que hay que tener claro desde el primer día. Lo que uno dice se multiplica por 30, 40 o la cantidad de alumnos que uno tenga por año. Yo trabajé en todos los niveles, en patios, calles, villas. Donde mejor me sentí es donde los alumnos están comprometidos con el cuerpo o con la música. Fui profesora de musicoterapia. Es importante para el docente que lo que dice se multiplica siempre, cada palabra. Incluyan lo metafórico, la poesía, incluyan sensibilidad”.

 
 
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