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Laudato Sii, la encíclica que cambiará el futuro de la tierra.

Por Hugo Bilbao, presidente del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) y titular del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS).

La Iglesia siempre ha expresado su opinión ante cada hecho social, político, económico o cultural trascedente de la sociedad, en particular desde el inicio de la Revolución Industrial a la actualidad.
Por lo abarcativos que han sido los temas objeto de reflexión, es difícil sintetizarlos, sólo se puede intentar ponerlo en títulos: la industrialización en sí misma y sus consecuencias económicas y sociales; la nueva socialización que se produce por los adelantos tecnológicos; la brecha creciente entre los países más ricos y más pobres; la lógica del sistema de bloques de países en que se dividió la humanidad por tanto tiempo.
La Doctrina Social de la Iglesia ha sido tan potente que sus máximas han excedido largamente a la grey católica y el común denominador es que han cambiado las pautas de comportamiento en el tema al que se avocasen, a la vez que los distintos líderes de todo el mundo han buscado consejo en la sabiduría papal, como en la actualidad lo hace el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli: él mismo ha expresado cómo fue influenciado por el Santo Padre al momento de tomar decisiones en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria.
Sin ser exégeta en la materia, hay consenso pleno entre los conocedores del tema, acerca de que la primera encíclica que aporta sustantivamente a la mencionada Doctrina Social fue la Rerum Novarum, de 1891, surgida de la pluma de León XIII, la que sin lugar a dudas posicionó de lleno a la Iglesia ante gran parte de los nuevos desafíos que generaba la Revolución Industrial. Un actor nuevo, llamado "empresario", un fenómeno social desconocido: el proletariado. Se encargó de reglar, desde la posición del Vaticano, la relación empresa, obrero, Estado e Iglesia. Instó a los trabajadores a asociarse en sindicatos, como así también apoyó el reconocimiento al derecho a la propiedad.
Otro aporte inconmensurable, que se empieza a aproximar a temas trascendentes en la cuestión ambiental aunque sin hacer hincapié en ello, es Populorum Progressio de Pablo VI en 1967. Denuncia la brecha entre países ricos y pobres. Señala que la lógica del mercado internacional tiende a ahondarla. Propone la creación de un fondo económico internacional para intentar comenzar a revertirla. Remarca, en las típicas actitudes de avanzada a que nos tienen acostumbrados los Santos Padres, la función social de la propiedad.
Está fuera de duda que el deterioro ambiental, analizado en su conjunto, complica a la humanidad toda, pero especialmente a los sectores más vulnerables, trátese de países o de colectivos sociales. Son quienes tienen menos capacidad de adaptarse. Atacar con acierto los problemas de esta área es una forma concreta de trabajar por la justicia social, de nuestro país o del universo, dependiendo del tema que tratásemos.
Si no es el mayor desafío, al menos es uno de los más importantes que tiene por delante la humanidad; es el de adaptarse por un lado, pero mitigar por el otro, los efectos del calentamiento global y el consecuente cambio climático.
Ya no hay margen para la duda. Los miles de trabajos analizados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indican palmariamente que nuestras formas de consumo, pero especialmente de producción, son la raíz sustantiva de este problema.
Incluso aquellos países que más se habían resistido a reconocer tales circunstancias días pasados han terminado de admitirlo. Los acuerdos del G7 en Alemania han sido elocuentes.
Estaba claro que este tema no le iba a ser indiferente a un hombre que, cuando explicaba las razones para adoptar el nombre de Francisco, decía: " Me llegó a mi corazón San Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, de la paz, el hombre que ama y cuida la creación, en este momento en que nosotros no tenemos una relación muy buena".
Con más razón cuando en su magisterio conceptual tiene expresiones del tipo "seamos 'custodios' de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro".
Laudato Sii (Alabado seas) seguramente encarará los temas ambientales más trascendentes de la materia. El Cambio Climático, la desertificación, la contaminación, etcétera, desde el lugar reflexivo que lo ha hecho siempre la Iglesia. Como dice el Cardenal Peter Turkson, "explorará la relación entre el cuidado de la creación, el desarrollo humano integral y la preocupación por los pobres".
Turkson, también mencionó que la Iglesia no trata a la Creación "como un fetiche, como algo que hay que adorar. No la adoramos, pero la respetamos y la tratamos con responsabilidad. Los dos conceptos van de la mano".
Laudato sii se publicará unos meses antes de la llamada COP21, la importante conferencia convocada en París el próximo diciembre para intentar alcanzar acuerdos que permitan afrontar con éxito el cambio climático. Confiamos que el texto del Papa contribuya a la concientización de la opinión pública para que el encuentro de París tenga más éxito que citas similares anteriores.
Pero esta Encíclica representará mucho más que eso, seguramente cambiará para siempre la visualización y el comportamiento que la humanidad en su conjunto tiena sobre este tema en el que nos jugamos el futuro de la tierra. La simpleza de las frases evidencia la contundencia de su pensamiento. Dijo Francisco: "Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza nunca"; "la paz depende de cómo cuidemos la naturaleza".
Para nosotros, los argentinos, ha de ser importante, ya que somos connacionales del hombre que puede generar una verdadera revolución también en la forma en que se percibe y se vive el cuidado del medio ambiente. Y habrá que estar a la altura de los acontecimientos históricos especialmente quienes tenemos responsabilidad específica en la materia.

 
 
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