Es psicólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires. Trabaja con niños y adolescentes con condiciones del espectro autista. Es supervisor y coordinador de tratamientos terapéuticos integrales en TerapéuticaMENTE® (abordajes integrados para niños y adolescentes con condiciones del espectro autista) y de Eureka (Propuesta terapéutica integral), donde se desempeña también como director. Es profesor invitado del curso de posgrado Autismo y trastornos del neurodesarrollo en la Universidad Favaloro. Fue organizador y coordinador académico del I Congreso Argentino sobre Síndrome de Asperger (Asociación Asperger Argentina, Buenos Aires, 2013).
En su conferencia “Autismo” brindada junto a su colega y amigo el Dr. Claudio Waisburg el sábado pasado en Coronel Suárez invitado por “Contando la Ciencia” inicio su diálogo con el público presente exponiendo un video y un dibujo presente en el libro “Autismo: Guía para padres y profesionales”
-“¿Cuál es la imagen que se les viene a la mente si se menciona la palabra autismo? Sin dudas, un niño solo en una habitación, meciéndose lentamente, con la mirada perdida. Mito puro”
"El autismo se encuadra en los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) y para definirlo es necesario observar tres grandes áreas neurológicas afectadas: la comunicación y lenguaje, la integración social (no interactúan con sus pares, no tienen contacto visual, no logran ponerse en el lugar del otro) y el área de las conductas restringidas o estereotipadas (hacen movimientos reiterados con las manos, rituales para pasar de un ambiente a otro)" Se refirió el especialista dirigiéndose al público presente, principalmente conformado por padres y docentes.
-“Actualmente se sabe que si hay un vínculo establecido, los niños pueden demostrar las emociones. Fallan en lo que se denomina teoría de la mente, que es un proceso psíquico que ellos tienen menos desarrollado y es poder inferir estados de otras personas. Entonces no saben definir alegría, susto, emociones; lo vivencian y lo expresan a su modo, pero no pueden comprender cómo su reacción afecta al otro. No saben que si hacen esto o aquello”.
En relación a inquietudes de los docentes presentes, Cadaveira responde: “Muchos profesionales no están capacitados para diagnosticar. Es por desconocimiento. La formación académica es incompleta en relación con el autismo. En el caso escolar lo puede detectar la docente por sus conductas, puede derivarse a gabinetes psicopedagógicos (si existen) y a los padres”.
“Los docentes siempre plantean que no hay capacitación y que no cuentan con las herramientas suficientes, pero les cuento que yo en la facultad tampoco tuve formación en autismo. Si nos quedamos con que un colegio no tiene proyecto real y serio porque no tiene formación el equipo de docentes, nos quedamos de brazos cruzados. Recién ahora se incorporó en el plan de estudios docente la educación especial y las necesidades educativas especiales, pero si no salimos a buscar y hacer formación más intensiva toda la institución educativa, nos quedamos de brazos cruzados. Eso también tiene que ver con cada uno”.
El especialista luego de su exposición mantuvo entrevistas con padres y docentes que se acercaron por consultas personales.