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Como se pide.

“La ciudad que quiero”.
Por Omar Horacio Stein.

Cuando terminé la escuela la preocupación no era en qué ciudad quería vivir, sino tenía que salir a trabajar para ayudar en mi casa en la economía para vivir un poco mejor.
Mi primer laburo canillita, aprendí a conocer mi ciudad, aprendí lo que es la calle y de a poco fui creciendo, consiguiendo otro trabajo que me permitió comprar las primeras pilchas y las salidas de adolescente a bailar, todavía había códigos y respeto.
A medida que pasaba a ser adulto iniciaba un trayecto de 30 años en un mismo trabajo, aprendí lo justo y lo injusto, los momentos buenos, regulares y malos de una sociedad, empecé a militar en política, siempre desinteresadamente y tratando de aportar algo para cambiar alguna cosas, y a partir de ahí me empecé a preguntar, ¿qué espero de mi país? Que se preocupe por mí. ¿Qué espero de mi ciudad? Que me facilite las cosas. ¿Qué espero de los políticos que me gobiernan? Humildad, dedicación, sinceridad y autocrítica. Que entiendan que son los servidores públicos número uno y que sin los ciudadanos que los votamos no son absolutamente nada.
¿Qué doy a mi ciudad? Lo que pueda para mejorarla, el desafío es simple, pero complejo. Quiero una ciudad donde las personas puedan crecer y desarrollarse, eligiendo libremente hasta dónde quieren llegar y no personas que sean rehenes y rentados del gobernante de turno.
Quiero una ciudad en la que los ciudadanos sepamos, en cada momento, todos los detalles sobre la gestión del gobernante y no que se utilice los dineros públicos para subsidios, viáticos y ayudas con fines electoralistas. Quiero una ciudad donde los dirigentes políticos no se crean más importantes que sus ciudadanos, que nos digan que no tienen ninguna ambición de ser y terminan siendo, termina mintiendo antes y después de una elección.
Quiero una ciudad donde los vecinos participen activamente en su gestión municipal, porque somos nosotros los que hacemos la ciudad, no la ciudad a nosotros, que quienes hoy tienen la fórmula que les ha permitido mantenerse en el poder, olvidándose de la idoneidad y llenar de militantes y amigos la función pública municipal, para perpetuar a una militancia rentada, el avance del populismo y el nepotismo es un lastre que sólo podrá superarse con una profunda renovación en la dirigencia y en la forma de hacer política.
¿Qué espero del futuro?, en definitiva, quiero una ciudad que apueste al cambio por sus ciudadanos y que no viva de espalda a ellos, todos queremos y merecemos una mejor ciudad, en donde podamos salir a la calle sin miedo, donde podamos tener trabajo donde encontremos oportunidades para vivir mejor, donde los que se sacrifican con su esfuerzo pagando y cumpliendo con los impuestos no sea derrochado por aquellos que hacen demagogia y que necesitan que haya víctimas para aumentar el placer de su bonanza política.
Sigo confiando en la capacidad y la inteligencia de la gente. Me parece bárbaro que algunos tengan ambiciones, algunos para mí desmedidas, sin haber mostrado nada en la vida, el consenso no se hace entre dirigentes, el consenso se hace entre la gente, no me opongo a la unidad sino a los acuerdos de cúpulas.
A un presidente, gobernador, intendente o concejal no lo eligen los dirigentes, lo elige la gente. Espero que el futuro sea un poquito más plácido que el pasado…

 
 
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