Patricia Morales y Karina Lamardo se califican como dos docentes “históricas” del Centro Educativo Complementario. Es que Patricia empezó en marzo de 1993, 22 años en la institución. Y Karina hace 11 años que está en el CEC.
Consultadas en torno a lo que les representa desarrollar su vocación docente en esa institución que no es obligatoria, y a la que concurren alumnos en contra turno a sus escuelas de origen, respondieron que “es un desafío, porque hay que agiornarse a las nuevas necesidades de los chicos, a innovar continuamente, porque debemos complementar la labor educativa de la casa y de la escuela. Aquí reforzamos los contenidos de la escuela, para dar un ejemplo: con un kiosco trabajamos la contabilidad, los chicos van haciendo los pedidos, tienen que hacer el registro de faltantes; cuando trabajan en cocina se ocupan de redactar el recetario, miden, calculan”.
“Cuando se hace algo se hace para todo el turno y se comparte en la merienda; si se vende el dinero logrado lo usan para comprar juegos. Buscamos que sea totalmente distinto a lo que es la escuela. Se van favoreciendo las trayectorias escolares. Ellos van trabajando, haciendo el refuerzo pedagógico de una forma más tradicional. Así, se sienten más tranquilos, más relajados, y se van dando cuenta que pueden hacer las cosas que en la escuela no pueden, entonces eso les da seguridad”.
El CEC prueba continuamente a sus docentes y directivos con innovadoras y creativas labores. Y es evidente que el CEC sortea con éxito esa evaluación periódica.
La muestra la dan de manera continua, una de las últimas expresiones fue el extraordinario Cabildo en el que convirtieron alumnos y docentes el frente de la institución para la celebración de la fecha patria. “Nosotros tenemos una desventaja: el CEC no es obligatorio, tenemos que captar el interés del chico y de las familias. Nos mantiene a nosotras permanentemente pensando en hacer cosas que les guste, los atrape y tengan ganas de venir”, señaló Karina.
En tanto Patricia indicó que “alguien plantea una propuesta y está todo el equipo dispuesto a colaborar con esa iniciativa. Se busca la forma de hacerlo y todos nos comprometemos en su realización: docentes, padres, Cooperadora; toda la comunidad dispuesta a ayudar a ese proyecto, por eso salen cosas tan buenas, porque si fuera tarea de una sola persona sería difícil concretarla”.
En cuanto a lo que les deja como docentes, comentaron emocionadas: “nos llena el alma. Es como que vos te sentís satisfecho de lo que logras, del cariño, el respeto, la contención y la satisfacción que uno siente al ver a los chicos que van progresando, que van siendo personas seguras, que van saltando un poco las adversidades que les ha tocado vivir. Se siente hermoso. Con el paso del tiempo esos chicos que alguna vez pasaron por la institución vuelven con sus hijos, se comunican con nosotros, vienen alguna tarde a contarnos algo. Es realmente hermoso”.