CLIMA FARMACIA DE TURNO
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Relato del Padre Vicente Martínez Torrens.

 

La protección de la Virgen.

Fuentes confiables afirman que al aeropuerto le tiraron entre mil quinientas y mil ochocientas toneladas de bombas. ¡Nunca la sacaron de funcionamiento!.
Era creencia común que ese errar de las bombas a la pista se debió a la consagración de la misma a la Virgen, el día de la recuperación. En efecto, despejada de los obstáculos con la que se la había inutilizado, se enterró en la cabecera un rosario como signo de impetración de su auxilio.
Un sin fin de anécdotas manifiesta el por qué de ese alto espíritu de los combatientes.
• Imposición de nombre al Operativo y cambio climático que, a la postre salvó de una masacre en el desembarco.
La flota que se dirigía al archipiélago, al segundo día de navegación, fue sorprendida por una inusual tormenta. Su magnitud hizo que uno de los helicópteros en el hangar rompiera sus amarras y causándole averías de importancia. La mayoría de los embarcados, no siendo marinos, sufrieron el mal de mar y quedaron en un estado tan deplorable que aconsejaron el cambio del día “D”. Lo pasaron al día 2 en lugar del 1º de abril. Todo volvió a la normalidad después de ponerse bajo la protección de la Virgen honrándola con la denominación del operativo: “Rosario”. Asimismo, el cambio de lugar de desembarco, evadió las playas minadas.
• Ataques aéreos se ejecutaron sobre personal que participaba de la celebración de misas, sin infligir baja alguna.
En una oportunidad se estaba celebrando la eucaristía. Al momento de elevar la Hostia el sacerdote observó que un avión tomaba la posición de ataque sobre el grupo. Pidió a la tropa que hiciera “rodilla a tierra”. El personal lo hizo de inmediato creyendo que era un gesto de adoración. Esa postura se mantuvo hasta que se escuchó la detonación de la bomba lanzada detrás del último hombre. Después que sobrevoló a la gente el avión, se ordenó “de pie”. La misa prosiguió con naturalidad. Se dirá que la posición de “rodilla a tierra” evitó la onda expansiva y las esquirlas de la bomba detonada. El hecho se presta a varias lecturas. La de aquellos hombres fue la lectura desde la fe: la Virgen nos protegió. Otro suceso similar ocurrió durante la misa de la festividad de la Virgen de Luján, Patrona de la República, el 8 de mayo.
• Utilización de la “ametralladora de 50 tiros” (que así llamábamos a la corona del rosario) y la finalización del hostigamiento naval enemigo.
Cuando los nervios se encrespaban por el largo cañoneo y las naves se pavoneaban valiéndose de la oscuridad y fuera del alcance de nuestras armas, echábamos mano al rezo del rosario. Finalizado el mismo concluía el ataque; se recobraba la calma y se podía dormir.
• Un inglés quiso rematar a un comando. Le disparó y el proyectil quedó atascado en su trayectoria al soldar con la cuenta del rosario que llevaba rodeando el cuello.
Persona y circunstancia de este hecho, que podría catalogarse de “milagroso” son conocidas. El entonces Tte. Jorge Manuel Vizoso, integrante de la Compañía de Comandos 602, fue herido en una emboscada. Mientras se hacía el muerto, el enemigo le descerrajó un tiro de remate. Es conocido el impulso de un proyectil trazante de FAL Esa pieza de acero quedó frenada en su trayectoria hacia el cerebelo cuando se encontró con la cuenta del rosario de plástico, que quedó fusionada.
• Varios casos de soldados tapados por la tierra de las explosiones de bombas y su aparición con vida.
Al pasar revista en una Compañía del R. I. 25 después de un bombardeo, faltaban dos soldados. “¿Quién los vio? ¿Dónde están?”. Dos preguntas que no tuvieron respuesta inmediata. Con el consiguiente nerviosismo se mandó hacer un “rastrillaje” en la zona. Resultado negativo. Nuevos interrogatorios; indagatorias y nada. Por ahí, un tímido soldado dijo:
— “a mí me pareció escuchar unos gritos que pedían auxilio, pero no vi nada”.
— “¿Dónde, soldado, dónde?, fue la pregunta general.
— Por allá abajo, agregó. E indicó la ladera de la posición cercana al agua.
Fueron todos corriendo hacia el punto señalado.
El rápido desplazamiento de un centenar de hombres en el blando suelo, hizo retumbar la turba.
Nuevamente se escuchó el pedido de auxilio.
Desesperadamente se pusieron a remover un montículo de tierra formado junto a un enorme cráter de bomba.
Allí abajo, en su pozo de zorro, aparecieron los dos soldados perdidos sacudiéndose la tierra de la cabeza y dando la novedad de la pérdida del fusil y del casco.
Una risotada espontánea estalló en toda la Compañía que festejó de esa manera la salida de los soldados, al tiempo que descargaban los nervios.
El Capitán Fernando Isturiz, contemplando la escena, exclamó: “No hay duda de que la Virgen nos protege”.
Escena similar narró el Suboficial de Marina Miguel Nika y comentó que el desenterrado era el Cabo 2º Forastier.
• Una prueba más de la protección de la Virgen se palpó cuando un misil, hilo guiado, ingresó en el despacho del Jefe de la Policía Militar saliendo ileso el Mayor Roberto Berazay.
Un día del mes de junio el Mayor Roberto Eduardo Berazay, Jefe de la Policía Militar recorría la orilla de la playa. Ve relucir un objeto entre el ripio. Lo levanta y observa. Era una “Medalla de la Virgen Milagrosa”. Con veneración la guarda en su bolsillo. Al amanecer del día siguiente, un misil “hilo-guiado” hizo blanco en la casa-cuartel. El sillón del escritorio donde el Mayor se encontraba dormitando fue destruido. Pocos segundos antes, necesidades fisiológicas lo habían despertado y salió de su oficina para realizarlas.
La relación entre la Medalla de la Virgen y el salir ileso del ataque, para este hombre de fe, fue clara: la Virgen le devolvió la gentileza.
• Relación entre la recepción del sacramento de la comunión eucarística y el coraje del soldado
El entonces Capitán Raúl Sevillano, aprovechando el paso del Capellán Martínez Torrens, le encarece que hable con un soldado afectado de una crisis depresiva. Toma conocimiento el Capellán que ese día era el cumpleaños del soldado y, como era habitual para esa circunstancia, le hace entrega del rosario bendecido por el Papa. Luego lo invitó a vivir sus próximos 365 días con Cristo. Jocosamente agregó: “que tu próximo cumpleaños sea con menos ‘petardos’ (entiéndase bombas)”. Manifestó el soldado su deseo de confesar y comulgar. Fue satisfecho. La semana siguiente el mismo Capitán llama al sacerdote y le pregunta “¿Qué le hizo a aquel soldado? ¡es un suicida!”. Contó su Jefe que en esa semana un bombardeo había cortado el tendido del cable del teléfono. En medio del ataque el soldado se ofreció para recorrer la línea arrastrándose. Logró restablecer las comunicaciones. Frente al soldado el Capellán no sabía si felicitarlo o llamarle la atención por lo de kamikaze. Quedaron atónitos con la aseveración del corajudo soldado: “En qué quedamos. ¿No me dijo Ud., Padre, que quien a Jesús tiene nada teme? Yo lo recibí en la comunión y con Él paso el día ¡Qué puedo temer!”
Mil hechos más han hecho decir a testigos de la fuerte espiritualidad vivida en Malvinas, cosas como estas:
Mayor Luis Puga: “Soy un hombre de fe”
Teniente Carlos Perona: “Tuve a Dios como piloto”
Capitán Fernando Alberto Isturiz “No hay duda que la Virgen nos protege”
Tcnel. Mohamed Alí Seineldín: “Entre una bolsa de arena más y la protección de la
Virgen, prefiero a la Virgen”.

 
 
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