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“Correr es natural”.
Nacidos para correr.

 

El auge de las maratones y las carreras urbanas es un fenómeno que ha marcado a la sociedad en las últimas décadas.
El periodista argentino Martín De Ambrosio, coautor del libro “Por qué corremos”, explicó algunas de las causas del “ansia de correr” del hombre contemporáneo.
Conferencia pública en el Concejo Deliberante invitado por el Grupo “Contando la Ciencia”.
El origen de las maratones, curiosidades, vidas de atletas, algo de humor narrando el hecho de correr.
Numeroso público estudiantil interesado en su exposición.

El viernes por la noche se llevó a cabo en la sala del Concejo Deliberante una exposición del periodista científico Martín De Ambrosio, especialmente invitado por el grupo de profesores de “Contando la Ciencia”, integrado por los Profesores Natalin Ravera, Patricia Steinmetz, Sandra Carrasco y Sebastián Andes, y que fue seguida por un atento auditorio compuesto en su mayoría por jóvenes estudiantes y donde la figura invitada, en el marco del quinto aniversario del grupo, expuso sobre las curiosidades de las maratones bajo el interrogante de “¿Por qué Corremos?”.
Recibió de parte del Concejal Claudio Holzmann el decreto del Concejo Deliberante declarando de Interés Municipal su visita y la conferencia publica, fue agradecida su presencia por parte de “Contando la Ciencia” donde el Profesor Sebastián Andes destacó su presencia y los deseos de que la visita haya resultado placentera para el invitado, quien demostró en todo el día gran calidez y dedicación a las actividades que incluyeron una conferencia de prensa, visita a los Pueblos Alemanes, contactos con alumnos y cursos de los establecimientos educativos, visita a los estudios de La Nueva Radio Suárez y finalmente la conferencia pública.
Allí en el Concejo Deliberante comenzó a definir la "Máquina perfecta de correr", el humano moderno dejó de lado esa práctica por mera falta de necesidad. Sin embargo, quizá debido a un persistente atavismo o por aquello de que "las modas vuelven", la voluntad de correr regresó con fuerza y masividad en los últimos cuarenta años, especialmente en los grandes conglomerados urbanos. Maratones y carreras de distancias diversas se han impuesto en ciudades de todo occidente, configurando un furor que podemos comprobar cada primavera en nuestro propio país.
Las razones científicas, psicológicas y sociales de este retorno al pedestrismo urbano son el tema central de su libro y de la exposición del viernes "Por qué corremos: las causas científicas del furor de las maratones", las motivaciones que les llevaron a investigar el tema y sus conclusiones acerca del cóctel de causas que han puesto a la humanidad literalmente en carrera.
"En 2009 publiqué un libro llamado ‘El deportista científico', que reunía investigaciones sobre varios deportes", explica Martín De Ambrosio, quien en la actualidad se desempeña como subeditor en el porteño diario Perfil. Tiempo después su compañero de redacción Alfredo Ves Losada "sugirió hacer un libro centrado específicamente en los aspectos científicos del corredor, del maratonista. Fuimos trabajando en eso, analizando numerosas investigaciones, algunas muy famosas y otras menos conocidas, a las que agregamos otras vinculadas a disciplinas como sociología y psicología", trabajo que fue complementado por "historias biográficas que sirven para ejemplificar" conceptos que pudieran resultar demasiado abstractos. Así, la obra cuenta las hazañas de corredores ilustres "desde Filípides en adelante". La peripecia del griego que la leyenda sitúa como heraldo de la victoria de Maratón, así como las vivencias de numerosos atletas modernos "sirven para ilustrar lo que la ciencia dice acerca de nuestra capacidad innata como corredores", explica acompañado de gráficos, fotos y narraciones sobre las experiencias.
"¿Por qué corremos?" es una pregunta que no admite una respuesta única, ni explicaciones simplistas. Pero en resumidas cuentas el acendrado hábito provendría "de cuando no éramos todavía homo sapiens y nuestros ancestros practicaban la caza por persistencia para conseguir proteínas animales".
"En el último cuarto del siglo XX hubo un retorno a esa raíces, apoyado por la industria, que está interesada en asociar sus marcas con el bienestar y estilos de vida saludables, el aire puro, etc.".
El retorno al pedestrismo "tiene que ver también con la vida urbana hipermoderna, que hace que estemos antinaturalmente demasiadas horas sentados, demasiado tiempo quietos frente a computadoras y televisores, sin poder desarrollar ese potencial ancestral para correr".
Esta situación "muchas veces deriva en frustraciones, problemas que en ocasiones pueden parecer mentales pero tienen un origen físico, en malos funcionamientos del sistema endócrino asociados al sedentarismo".
De Ambrosio habla entonces de "una moda" de correr, aunque aclara que en este caso la palabra "no debe llevar la carga de frivolidad y banalidad" que suele cargar. "Muchas veces las carreras requieren un importante esfuerzo físico y mental, que no tiene nada que ver con marcas de ropa o programas de TV".
"La explicación está en el cerebro y tiene que ver con la adicción que genera correr", dice el autor.
"La ciencia comprobó recientemente algo que ya se sospechaba: que hay ciertos neurotransmisores involucrados en el ejercicio físico, que son similares a los cannabinoides y opioides, los que intervienen cuando uno consume ese tipo de sustancias psicoactivas. Eso hace que efectivamente quien corre sienta un nivel de placer mezclado con el dolor generado por el esfuerzo, y que hace que si tienen una rutina de determinada cantidad de kilómetros por semana y no puede cumplirla experimente una especie de síndrome de abstinencia, como si fuera un adicto".
Nacidos para correr, no nos conformamos con hacerlo en solitario por las calles y plazas de nuestro barrio o en la cinta móvil del gimnasio. Por el contrario, pagamos inscripciones a veces muy costosas para sumarnos a una carrera colectiva preestablecida.
Este deseo de correr en compañía del prójimo "es parte del rito", explica De Ambrosio. En la ya mencionada caza por persistencia que practicaban nuestros antepasados, "los individuos de una comunidad se juntaban en grupos que perseguían y acosaban a sus presas hasta darles alcance". Animales como ciervos y antílopes son más veloces que el hombre, pero pese a ser dueños de un "pique explosivo", su naturaleza no les permite correr constantemente en lapsos prolongados. Por ello, al cabo de algunas horas de persecución, los cazadores acababan por ponerle la mano encima a un animal exhausto e inmóvil, cuyo corazón estaba al borde del colapso.
"Hoy día, pese a que la vida en las grandes ciudades nos lleva a vivir en soledad, a menudo desconociendo por completo a las personas que residen al otro lado de las paredes de nuestra casa, sobrevive nuestra condición de animales gregarios, sociables", detalla.
"En la sociedad actual, que prioriza la posesión de bienes materiales y el consumo, a menudo olvidamos que lo que realmente nos hace felices es compartir experiencias con los otros", con nuestra tribu o manada, "sentir a través de la mirada del otro que uno realmente existe".
En ese sentido el periodista científico recuerdo que "los índices de felicidad a nivel mundial no siempre colocan en los primeros lugares a los países más desarrollados o más ricos", por el contrario, en los primeros lugares de la lista suelen aparecer países del tercer mundo, algunos de Latinoamérica, cuya idiosincrasia hace que cifren su felicidad "en pasarla bien y compartir vivencias con su familia y entorno, gente que tiene una relación muy particular con su cuerpo y el del otro".
Por tanto correr en comunidad sería una forma inigualable de reeditar esa felicidad que está grabada a fuego en nuestro código genético.
Así, la experiencia indica que cualquiera puede correr, aunque eso no significa asumir riesgos innecesarios.

 
 
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