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Diego Arean.

Sobre la necesidad de encontrar a Jesús resucitado, y resucitar junto con Él.
“La resurrección es la verdad fundamental nuestra, de los cristianos. Por eso esta semana es la más importante, nuestra vida gira alrededor de Cristo muerto y resucitado”.

El 15 de mayo, la comunidad católica vivirá un acontecimiento muy especial.
Diego Arean y Alberto Segui serán consagrados diáconos en una ceremonia que tendrá lugar en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, a las 20, presidida por el arzobispo de Bahía Blanca Guillermo Garlatti, y también la presencia de Monseñor Pedro Laxague y otros sacerdotes del clero de la zona y por supuesto de Coronel Suárez.
Consultado Diego Areán especialmente por estas fechas, y reflexionando sobre este tiempo de Pascua, dijo que “todos los cristianos creemos fundamentalmente en esto que celebramos en estos tres días: muerte y resurrección de Jesús. No hay otra verdad que nos una más que esta. No hay otra verdad que nos defina más como la creencia en que Jesús murió y resucitó por cada uno de nosotros”.
“Es un dios vivo. Esta es la fiesta fundamental de los cristianos. De hecho, San Pablo dice que si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Porque hubiéramos en alguien que fue tan hombre como nosotros y no tuvo poder para lidiar con todo lo que es dolor y el sufrimiento humano. La resurrección es la verdad fundamental nuestra, de los cristianos. Por eso esta semana es la más importante, nuestra vida gira alrededor de Cristo muerto y resucitado”.
Más adelante expresó que “lo del dolor lo comprendemos bien, porque todos tenemos dolores y sufrimientos. Reconocer la cruz de Cristo y nuestros dolores ahí, es más accesible. El salto en la fe lo damos cuando reconocemos que ese dolor tiene un sentido y está atravesado por la resurrección. Ahí es donde nos cuesta, porque mi dolor me duele mucho y vivirlo en la resurrección… ahí tengo que dar un salto de fe muy importante”.
“Más allá del dolor que pueda estar teniendo, ahí hay un hilo de resurrección que lo está atravesando. Está “cosiéndolo” para unir todo eso que yo veo despedazado. La resurrección es como un hilo que cose todo lo que está despedazado. Todos nuestros quiebres. La fe, cuando da el salto, nos permite ver ese hilo, en la medida de lo posible. Reconocer en la cruz de Cristo resucitado, la resurrección de nuestros dolores, no es fácil; pero tenemos que llegar a eso, a vivir como resucitados. La contemplación de la cruz, nos sirve, estamos marcados por esto, diciéndonos que aquí no termina. Los cristianos estamos llamados a eso: a descubrir que el dolor de cada uno no termina ahí. En el dolor que yo estoy teniendo hay una palabra de vida y de resurrección de Dios hacia mí, hacia mi dolor propio y hacia toda la humanidad. No es que no duele, pero sabemos que hay un hilo de resurrección que va tejiendo todo eso, que no lo puedo comprender en este momento”.
Preguntado en torno a cómo hacer este camino hacia sentir la resurrección afirma que “la liturgia en la Iglesia nos enseña mucho. Tenemos el Viernes Santo, el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. El Sábado Santo es un día de silencio”.
“En toda le iglesia universal no se celebra la misa. La misa que nosotros celebramos, el sábado a la noche, en realidad es vigilia del domingo. El sábado es día de silencio, cuando se recuerda que Cristo descendió y está muerto, pero está resucitado buscando a todos los que han resucitado antes que él. Ese día de silencio, nos enseña, entre otras cosas, que el silencio puede ser el camino para comprender cómo vivir como resucitados”.
“El silencio vinculado a tener un espacio de intimidad en el que me encuentro conmigo mismo y veo como está mi corazón, cómo permito que Dios entre en mi corazón o no. Cómo trato de ver mi historia, lo que me ha ido pasando a lo largo de la vida. Aún en el medio de la locura en la que vivimos muchas veces, no deberíamos renunciar a este momento del día, en el que pueda estar en silencio, en diálogo conmigo mismo y con Dios”.
“En ese silencio, en el medio del dolor, quizá podamos descubrir que ya va a pasar, que no va a ser siempre así mi vida. Analizar si fue difícil, malo o bueno lo que hoy nos paso. Si pierdo ese momento de intimidad diaria, pierdo la posibilidad de ver mi vida desde otro lado. El Papa Francisco habla de custodiar el corazón, que uno se mire todos los días el corazón y lo custodie. Que mire quién entra y quién sale. En qué medida le permito a mi corazón que un sentimiento entre, salga, permanezca ¿le dejo a mi corazón que todo el día la bronca ande dándome vueltas? Esa intimidad creo que puede ser uno de los caminos posibles para descubrir en clave de resucitados. Descubriendo que el dolor, la muerte, el sufrimiento, que podamos estar sintiendo, tiene la última palabra. Todo tiene un sentido, que nos lleva a la felicidad, al Dios de la vida”.

 
 
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