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Rosita González y una historia de reencuentro después de 40 años con su hermana.

 

Rosita está feliz y agradecida a la vida por los buenos años que viene teniendo (trabaja en el Hospital, baila en la Comparsa, le nacieron dos nuevos nietos en pocos meses y volvió a encontrarse con su hermana que creía perdida), por lo que agradece a toda la gente que es significativa en su vida y especialmente a Dios.

Tenía 14 años cuando su madre falleció. Era la mayor de una familia de 9 hermanos, muy humilde, que vivía en Buenos Aires. Cuando tenía 16 años Rosita viajó de visita a Coronel Suárez, conoció a quien sería su marido, por eso regresó a los pocos meses para vivir aquí definitivamente.
Su hermana Alicia Dominga, dos años menor, conoció a quien iba a ser su marido, se casó y se fue a vivir a Alta Gracia, Córdoba.
Perdieron contacto con esta hermana que se había ido bastante lejos. Este fin de semana largo, cuando Rosita, que con sus 57 años se considera la “mascota” de la Comparsa de los Adultos Mayores, viajó a Carlos Paz con la Comparsa se propuso la posibilidad de volver a ver a su hermana 40 años después.
La delegación suarense había viajado el domingo a Los Cocos, cuando regresaban al hotel en Carlos Paz Rosita venía con muchas ansiedades porque esperaba este reencuentro con su hermana. Le dijo a sus compañeros de viaje cuando llegaban de regreso: “aquella señora es mi hermana”, señalando a una mujer que estaba acompañada de dos nietas.
Efectivamente era Alicia. Se dieron un abrazo gigante, prolongado, como para borrar los 40 años transcurridos sin verse.
Se volvieron a conocer, en los rostros de hoy, las chicas que fueron antes, compartiendo la casa familiar y las vivencias diarias.
Se contaron sobre los hijos y los nietos. Lloraron un poco, se rieron mucho haciendo juntas este camino de encuentro.
A Rosita todos los hermanos le recuerdan cuando los vestía con cancanes rojos, de color feo, seguro, pero limpios y abrigados para ir al colegio. La dedicación que ponía en preparar los guardapolvos para que fueran bien prolijos, porque la escasez de recursos no justifica otras cosas.
Después la vida los llevó a todos por distintos caminos y a la vuelta de los años les ha posibilitado el reencuentro.
Cuando Rosita tenía 37 años estaba entonces en el campo y escuchó por una radio local que la buscaban, era Marta, una hermana que no conocía, que había criado otra familia y que cuando grande, al enterarse que era hija adoptiva, empezó a buscar a sus hermanos.
En ese momento se produjo un encuentro de todos los hermanos González. Solo faltaba Alicia, la que está en Córdoba y con quien volvieron a entrar en contacto alguno de los hermanos hace un año atrás.
Al despedirse el domingo pasado en Carlos Paz, Alicia y Rosita se prometieron un próximo encuentro en Alta Gracia, para que Rosita pueda conocer a todos los hijos y nietos de Alicia. Julio López prometió llevarla cuando quisiera en algunos de los viajes que realiza hacia Córdoba.
Rosita está feliz y agradecida a la vida por los buenos años que viene teniendo, trabaja en el Hospital, baila en la Comparsa, le nacieron dos nuevos nietos en pocos meses y volvió a encontrarse con su hermana que creía perdida, por lo que agradece a toda la gente que es significativa en su vida y especialmente a Dios.

 
 
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