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El Centro Comunitario Espíritu Santo fue visitado por Margarita Barrientos.

 

Pudo comprobar otro eslabón de la cadena solidaria de Coronel Suárez.
Una actividad que se inició con una pequeña Capilla, luego reducidas dimensiones para dar de comer frente a la terrible crisis del año 2000, hasta convertirse hoy en un Centro Comunitario.
“Así es la solidaridad de la gente, gratifica y emociona”, dijo la reconocida mujer que honró a los suarenses con su visita.
“Tratamos de dar solución y ayuda a todos los problemas diarios, sobre todo con los jóvenes adictos que la sociedad ‘trata de no mirar’ pero nosotros no, no es nuestro estilo. Miremos al adicto con ojos de corazón, no discriminemos porque cuando un adicto se acerca a una institución como la nuestra no es porque tenga hambre sino que lo que necesita es una mano solidaria. Es importante no cerrarles las puertas porque sean adictos”.

En una agenda muy intensa, Margarita Barrientos no dejó de recorrer en el Pueblo Santa Trinidad el Centro Comunitario que el Padre Carlitos Amuchástegui comenzó hacia el año 2000, cuando la crisis pegaba fuerte y dejaba en Coronel Suárez a cientos de trabajadores en la calle producto de la caída de la fabrica Gatic.
En algunos casos el matrimonio completo se quedaba sin trabajo y hubo que agudizar el ingenio y darle una respuesta rápida, por lo cual el Padre Carlitos junto a Norma Gaab y otras mujeres de la comunidad pusieron manos a la obra y empezaron a cocinar, recoger donaciones de la población y fundaron primero un comedor que terminó constituyéndose por la solidaridad de la gente en un Centro Comunitario, donde se promociona el niño, se ayuda a las mujeres, se trabaja en capacitaciones en microemprendimientos, se enseña Internet y se ayuda en las tareas escolares.
Con todo cariño Margarita pudo apreciar el rol social de esta entidad que nació de la necesidad de la gente del Barrio Los Manantiales y del Pueblo Santa Trinidad y que hoy se ha convertido verdaderamente en un ente de reivindicación social y que sigue firme a los principios que orientó el recordado Sacerdote, cuyas bendiciones llegan permanentemente desde Rafael Calzada, donde se encuentra alojado por cuestiones de salud.
La figura de Margarita Barrientos en el Centro que se encuentra ubicado en el acceso al Pueblo Santa Trinidad fue como un regalo de Dios, una presencia que trae paz, calidez y gran comprensión.
Se le agradeció su visita y se comprometieron mutuamente en seguir manteniendo lazos de comunicación para fortalecer voluntades y seguir avanzando.
Tras recorrer la entidad donde fue recibida por Norma Gaab y colaboradores además de la Directora del Jardín de Infantes de Santa Trinidad Mónica Ferreira, la visitante Margarita Barrientos les habló a todos los presentes señalando “quiero felicitar a la gente que trabaja aquí porque tener un comedor no es fácil. No es fácil porque hay que pensar la comida del día que va desde el desayuno hasta la merienda. Generalmente lo mas complicado es el almuerzo porque no siempre hay cantidad suficiente de fideos o carne pero participar en estas instituciones solidarias es muy lindo. Uno se siente como mamá y los chicos lo sienten de igual manera”.
Fue el momento donde Margarita habló de su labor al decir que “en mi comedor se sirven 2200 platos de comida diariamente, desayuno, almuerzo, merienda y cena. Trabajamos durante todo el día para y por la gente, no solamente dándoles de comer sino ayudándolos hasta en la vestimenta, algo que se fue dando naturalmente durante estos 19 años de labor. Nuestra misión es intentar todos los problemas que la gente tiene. Vivimos en una villa y funcionamos para ella y para las villas vecinas porque en otros comedores se manejan con el sistema de cupo, entonces nosotros satisfacemos las necesidades de las otras villas porque no nos gusta la palabra “cupo”. Todo el que llega come”.
“Atendemos a muchos niños de la calle, muchos jóvenes con problemas de adicciones. Diariamente se presentan casos que necesitan ropa, pañales, desodorante, máquinas de afeitar o hasta bañarse y nosotros tratamos de siempre dar una solución”.
“Tratamos de dar solución y ayuda a todos los problemas diarios, sobretodo con los jóvenes adictos que la sociedad ‘trata de no mirar’ pero nosotros no, no es nuestro estilo. Miremos al adicto con ojos de corazón, no discriminemos porque cuando un adicto se acerca a una institución como la nuestra no es porque tenga hambre sino que lo que necesita es una mano solidaria. Es importante no cerrarles las puertas porque sean adictos” concluyó ante la admiración de todos los presentes.

 
 
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