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Al pueblo aceitero, ¡salud!
Atlético Huanguelén cumplió 87 años.

 

Fue fundado cuando la localidad contaba con solo 15 años de existencia y desde entonces se ha constituido en una institución insignia de la población.

Desde su fundación en 1928 el Club Atlético Huanguelén ha crecido al ritmo y con el pueblo. Según el Estatuto aprobado en Asamblea General Extraordinaria el 19 de Abril de 1942 (y reconocido en carácter de Persona Jurídica por decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia el 3 de noviembre del mismo año) el club fue fundado con el objeto de “cultivar y difundir por todos los medios a su alcance el desarrollo físico, dedicando preferente atención al foot-ball” y “procurar por los medios adecuados la difusión y práctica de sanos preceptos, que a la vez que contemplar la cultura física, se encaminen a elevar el nivel moral, material e intelectual de los asociados”.
Ante la presencia de 21 vecinos de la localidad, el 21 de noviembre de 1926 en Asamblea General se constituye la primera Comisión Directiva (con Florentino Gabancho como Presidente y Enrique Benger como Vice). Aquel fue uno de los primeros pasos previos a la constitución de la institución. Bajo la denominación de Club Atlético Huanguelén es fundado oficialmente el 12 de marzo de 1928, constituyendo domicilio legal en la localidad.
En aquellos primeros años, épocas de duelos futboleros con San Martín de Huanguelén, el club procuraba “ofrecer a los socios el atractivo físico del foot-ball” apuntando a otras disciplinas como el “box, tenis o basquetbol”.
En la actualidad Atlético Huanguelén dejó de ser “un club de fútbol” para constituirse en un “club con fútbol”, ampliando su gama disciplinaria a diversas actividades.
La Gloria Deportiva.
El fútbol siempre fue la actividad principal de la institución y participó de los torneos oficiales de la LRF de Coronel Suárez desde el inicio de la misma en 1939 (temporada que consagró campeón a Racing Club de General La Madrid) y estuvo muy cerca del título en 1957 (fue subcampeón de Club Sarmiento de Pigüé, el máximo ganador histórico de la Liga). Fueron tiempos de la “dinastía Filipuzzi” en el arco, un apellido que estuvo bajo los tres palos del Verde durante tres décadas y media. Demetrio “Metro” Filipuzzi ocupó ese lugar desde 1928 a 1936, Eliseo “Nini” Filipuzzi lo fue en 1937 y 1938, y tras los primeros años en la LRF con Ramón Genco o Silva como goleros, más de dos décadas le correspondieron a Emilio “Tito” Filipuzzi (desde 1942 a 1963), compartiendo a mediados de la década del cincuenta tal menester con el “Gringo” Hugo Filipuzzi. Eran, también, tiempos de Horasmir Etchecopar en la defensa, del “Loco” Hugo Arturo Stinson y el “Matungo” Lacoste en el medio, de Sternari en la ofensiva y de dos nombres que atravesaron dos décadas completas y salían de memoria en las alineaciones de la época: el insider derecho era siempre José María “Negro” Romero y el wing izquierdo era indefectiblemente el “Chueco” Enrique Erro.
En 1967, con el Vasco Delfor Erbetta como técnico, se logró la consecución de la primera estrella. El equipo albiverde era capitaneado por Loncho Pérez, y contaba con baluartes importantísimos como el Tucumano González –back derecho- y el olfato goleador de Esteban Videla –scorer del equipo con 17 conquistas-. En épocas de un fútbol “lírico y romántico” con delanteras de cinco hombres, Atlético alineaba generalmente a: Daniel D’Elías – Oscar González y Eduardo Cabral – Umberto Guido, Juan Carlos Taddei y Juan Carlos Rodríguez – Leoncio Pérez, Jorge Cocco o Daniel Pelé López, Omar López, Esteban Videla y Héctor Pizzano. Nombres como Abraham San Román, Bocha Leibold, Jorge Gieser, Ledesma y José Luis Pety Álvarez entre otros completaban el plantel. Sobre 20 partidos, el equipo ganó 10, empató 7 y perdió 3, conquistando la friolera de 40 goles, siendo Videla (con 17) y Omar López (con 9) los máximos anotadores. Este último se constituiría en uno de los más grandes goleadores de la historia del Aceitero, llegando a convertir en dos oportunidades seis goles en un mismo partido (6-1 a San Martín de Santa Trinidad en 1969 y 6-0 a Independiente en 1973).
En 1970 se coronaría campeón de Reserva (Raúl Tejada era el DT) con una excepcional campaña de 12 triunfos y 4 derrotas en un mano a mano tremendo con Deportivo Sarmiento, a quien derrotó 3-2 en la penúltima fecha (goles de Ángel Paz, Raúl Gieser de penal y Leoncio Pérez) y aventajó por un punto con la victoria en la jornada final 2-1 en Pigüé ante Deportivo Argentino gracias a los tantos del artillero Miguel Ángel Benito (máximo goleador de la campaña con 17 tantos) y otro penal de Raúl Gieser.
El paso del tiempo encontró a un Atlético que era habitual habitante de los últimos lugares de la tabla a fines de los setenta. El ciclo más oscuro de la historia albiverde, primaba la desorganización, se sucedieron las peores goleadas en contra de la historia y se produjo una sangría de un par de años sin participar de la Liga, sumadas a la deserción a mitad de una temporada y la no presentación en la última fecha de otra. De todos modos, la década fue surcada por los goles de Enrique Van der tuin, la vigencia de Bobito Pizzano, José Edgardo Otero y los López (Daniel y Omar) y las apariciones en la categoría superior de por entonces jóvenes que desarrollarían destacadas trayectorias: Rodolfo Cachito Palacio primero, Manuel Pistón García (nombre insoslayable entre los mejores y referencia obligada del deporte huanguelenense) en la mitad del decenio, Oscar Iglesias y Ariel Frende en los últimos años.
Los ochenta marcaron una época en la que los refuerzos fueron un denominador común, produciendo cierto vaciamiento económico y un escaso lugar para los elementos de divisiones menores.
Se destacó el equipo de 1983, conducido por Luis Enrique Hisgen y conocido por la participación de los olavarrienses Daniel Torrisi, Osvaldo Chupa Morales, Adolfo Varga y José Antonio Tito Alonso (autor de 23 goles en 24 partidos en la temporada), tan determinantes como los locales Oscar Iglesias (ya patrón de la defensa), Daniel Tejada, Isidro Suárez o Walter Vega entre otros. El equipo finalizó en el tercer lugar por detrás de Peñarol (campeón) y Club Sarmiento (subcampeón).
En aquellos años se acercaron tantos nombres al equipo, hasta contar con jugadores de vasta experiencia en la Primera División del fútbol nacional como Rafael Gustavo Herrera (campeón del Nacional 82 con el Ferro de Carlos Timoteo Griguol), Walter Horacio Durso (Gimnasia, Kimberley, River, Vélez, Lanús) o Heriberto Oscar Recavarren (Platense, Estudiantes, Temperley y Quilmes donde fue pieza fundamental del campeón del Metropolitano 78), siendo éste último el más destacado en nuestro medio.
El comienzo de los noventa encontró al Aceitero disputando el Torneo de Primera División B. Logrando el título de 1991 con José Arroyo como DT y el carhuense Sergio Chiqui Martín como goleador. Eran años de “sube y baja” entre las dos divisiones mayores y es la temporada 1995 la última que lo encuentra jugando la segunda categoría y ascendiendo como subcampeón (17 puntos contra 21 de San Martín de Santa Trinidad en 8 fechas), con Héctor Pizzano como DT y destacadas labores de Gustavo Fernando Morgado y el malogrado Juan Eduardo Christiani (autores de 5 goles cada uno en la campaña).
En 1996 el DT fue Mario Lombardo y a partir de la llegada de Miguel Suárez en 1997 se conforma un gran trabajo que pone al Verde en los primeros planos y constituye un gran plantel.
En 2002 se alcanza la segunda estrella. Con el retorno de Suárez al banquillo (ausente en 2000 –Risueño fue el DT- y 2001 –Barú fue el entrenador-) el equipo se basó en una férrea línea extrema con Arce, Cascallares y Van der Tuin como puntos destacados, un mediocampo rendidor y la búsqueda aérea para un Iribarne que se constituía en el principal socio del mortífero Leandro Omar Allen (goleador de la temporada y autor de 117 goles en 166 partidos en su paso con la casaca albiverde).
El equipo obtuvo el Torneo Apertura, alcanzó una racha inicial de 18 partidos invicto (12 ganados consecutivos) y finalizó el año con un 77% de efectividad (una de las mejores marcas de la historia de la Liga: 21 ganados, 6 empatados y 3 perdidos sobre 30 cotejos), con Allen (21 goles en 27 partidos) como goleador. La primera final con Blanco y Negro se disputó el 8 de diciembre en Huanguelén y finalizó 1-1 (goles de Allen y Marcos López Gayraud respectivamente) y el título se logró el 15 de diciembre en el Parque Alberdi del albinegro. Saltaron a la cancha aquel día: Arce – Ferreyra, Cascallares, Maldonado (Kretter) y Kruger – Morgado, Moreno y Van der tuin – Sansó (José Luis Díaz), Iribarne y Leandro Allen (Gastón Martín). Fue 2-0 con goles de Leandro Allen a los 30 minutos del primer tiempo y un golazo de casi media cancha de Gastón Martín a los 44 del segundo. Cinco de aquellos nombres (Van der tuin, Sansó, Cascallares, Ferreyra, Iribarne) superarían la barrera de los doscientos partidos oficiales en Primera División, situándose entre los que más veces defendieron la casaca en la historia.
Aquel título le permitió disputar el Torneo Argentino B 2003 (dos empates y dos derrotas, en un grupo clasificatorio compartido con Once Corazones de Indio Rico y Alem de Coronel Pringles) y fue el punto más alto de un decenio que lo tuvo como protagonista casi siempre: Atlético perdió las finales de los Clasificatorios 1997 y 2000, las semifinales de los Apertura 2004 y 2005 y los cuartos de final del Clausura 2007. Además logró el título de Reserva en 2008 con Marcelo Mangas como DT, desde una excepcional campaña (invicto: 17 ganados, 10 empatados) y una voracidad ofensiva traducida en que sus tres delanteros (Martín Fibiger, Renso Fibiger, Martín Sansó) aportaron 14 goles cada uno.
Aún lejos de los primeros planos en los últimos tiempos (valga el juego de palabras), la ubicuidad del infranqueable Cascallares, la sapiencia de Damián Allen, los goles de todos los colores del propio Checho, del propio Topo, del Ruso Iribarne y del más cercano Edu Balvidares, y el talento inagotable de Ramiro Palacio se ganaron un lugar de privilegio en las retinas de la parcialidad aceitera.
Transcurrieron ya 87 años y el Club Atlético Huanguelén los luce orgulloso, acompañando el crecimiento de la localidad y mostrando la mejor cara de sus últimos años: una institución saneada desde lo económico, un campo de deportes acorde a los tiempos, con un terreno de juego recientemente remodelado, vestuarios y tribuna imponentes, la participación ininterrumpida por más de una década en todas las divisiones del fútbol liguista, la invaluable tarea de contención e inclusión para los jóvenes y una amplia gama disciplinaria a disposición de los socios.
Vaya el reconocimiento para los hombres que escribieron la rica historia del Verde y para los que tienen en sus manos (y en sus pies) la posibilidad de seguir escribiéndola.
Feliz cumple, Verde. Y por muchos años más!
Fuente: El Blog del Verde.

 
 
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