Al entonar estas estrofas la voz de la Profesora Adriana Tarnousky cobró claridad y completó lo que había querido decir en el discurso y no había podido hacerlo completamente porque la emoción la ganaba por momentos.
Fue docente de vocación plena. Cada una de sus clases fueron pensadas, siempre buscaba sorprender a los alumnos, sabiendo que este es un buen camino para conducir hacia los aprendizajes.
Veintisiete años en el establecimiento educativo que el lunes la despidió como Profesora de Historia, mientras que también fue Profesora de Lengua y Literatura por muchos años en el Instituto José Manuel Estrada.
“Aquí me he sentido parte de cada espacio”, dijo el lunes por la mañana al momento de dejar su mensaje de despedida.
Antes había hablado Patricia Velaz, Directora del nivel secundario, quien tuvo palabras muy acertadas para calificar la labor docente de Adriana Tarnousky.
Recordó la vez en que el salón de actos del establecimiento se convirtió en una mini ciudad de Buenos Aires, luego de un viaje de estudios a Capital Federal.
“Eso fue inesperado”, relató, comentando que “todos estos años tuve la grata alegría de trabajar en este colegio y siempre los alumnos me acompañaron mucho en cada propuesta. Creo que ellos esperan, día a día, que uno los sorprenda. Es un desafío importante que ellos están esperando. Que uno los sorprenda; de esta manera ellos aprenden más fácil. Gracias a Dios, a mis padres, a mi familia. Realmente todos estos años tuve una gran vocación. Creo que este es el secreto, la vocación y querer mucho lo que uno hace”.
Adriana Tarnousky se despidió de la docencia con un fuerte, caluroso y prolongado aplauso de sus pares, directivos y también, y sobre todo, de sus alumnos. La mejor manera de coronar una carrera desplegada con vocación.