De los alumnos de la EP Nº 4 de Santa María se despidió a fin del ciclo lectivo anterior. Le tocó conducir el acto de cierre del año 2014, responsabilidad y honor que le dieron sus compañeras y la Directora.
Y al final del mismo lloró emocionada por una despedida que fue planeada, pero de la que no se puede evitar la angustia por la partida.
Empezó con 21 años, todavía no estaba recibida, “me acuerdo que me llamaron para cubrir unos días como Preceptora en la Escuela Especial. Fue el 18 de noviembre de 1985. Recuerdo que me presenté de delantal y tacos. Mis compañeras me dijeron ¡¿así venís?! Mañana vas a estar de zapatillas. Tal cual, al día siguiente dejé los tacos y me puse un calzado más cómodo”, relata.
El jueves, que para su escuela fue el primer día de clase, Estela se despertó al horario de siempre y mentalmente fue haciendo el recorrido que hacía el año pasado con todas sus compañeras: pasar a buscar a cada una por su casa, llegar a Santa María, preparar la bienvenida a los chicos, servirles la leche… Fue inevitable hacer esta recorrida mental como si estuviera en actividad.
Cuenta que para ser docente se preparó desde niña: “jugaba a la escuela con mis cuadernos viejos antes de ir y después de llegar del colegio todos los días. Siempre jugaba a la maestra, imitando a mis docentes del Departamento de Aplicación, algunas de las cuales después me las encontré como colegas”.
Estela ha sido una docente comprometida, nunca quiso acceder a cargos directivos porque siempre disfrutó plenamente de estar en el aula, y haciendo una evaluación de sus años docentes dice con sencillez y con la convicción que le da una vocación ejercida con plenitud que “siempre hice todo lo que estuvo a mi alcance para que mis alumnos aprendieran, cualquiera fuera las dificultades que tuvieran. En algunos casos sabía que era necesario otra ayuda profesional y los padres no siempre aceptaban esta situación, no obstante siempre puse todos los recursos con los que contaba para superar las dificultades de aprendizaje que pudiera haber”.
Con 28 años de docente por supuesto que se encuentra con muchos de sus alumnos crecidos. En Santa María había papás que fueron sus alumnos que se referían a ella como la “Seño Estela”.
Hace unos días atrás fue a agradecer “al de arriba” por haberle posibilitado trabajar en lo que desde siempre fue su vocación.
Agradece a su mamá, su hermana, su suegra, que cuidaron de sus hijos cuando eran chicos para que pudiera seguir en la escuela. Y a toda su familia que siempre la ayudó a acomodar sillas y carteles para los actos, a hacer las tarjetas para los Días del Niño, que pusieron tiempo, ganas y esfuerzo para todas las actividades a beneficio que son tan comunes en las escuelas y que comprometen no solo a los docentes sino también a sus familias.
Y el final de la nota vuelve a decir, para que no queden dudas, con lágrimas en los ojos, que si naciera de nuevo volvería a elegir ser la “Seño” Estela para todos los niños a los que guió en sus aprendizajes.