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Hermano Andrés Rodríguez Zaballa.

Un hijo de Coronel Suárez, camino hacia el sacerdocio en la Orden de las Escuelas Pías.
“Sentí la necesidad de consagrarme a Dios de manera completa. La verdad que la decisión que tomé ha sido una de las más sorpresivas y felices de mi vida”.

Tiene apenas 22 años. Muchos de sus amigos lo conocen con el apodo de “puma” o “pumita”, aludiendo que es el más chico de una familia de cuatro hijos.
Hace unos años, luego de egresar del secundario, se fue a Buenos Aires para estudiar Comunicación Social. En su búsqueda, y casi por casualidad, conoció a un Hermano de la Orden de las Escuelas Pías y ahí sintió que encontró su camino.
El pasado 14 de febrero, en el Colegio Santo Tomás, de la ciudad de Córdoba, realizó lo que se llama la Profesión Simple, el primer paso en camino hacia el sacerdocio.
En estos días está de visita junto a sus familiares en Coronel Suárez y en los próximos parte hacia Buenos Aires, donde tiene su nuevo destino, y habló con La Nueva Radio Suárez.
“Hace tres años ingresé en esta Orden, en el camino formativo. Es una Orden donde nos dedicamos a la educación. Tenemos siete colegios en Argentina y somos religiosos y sacerdotes que estamos completamente entregados a la misión educativa. En febrero hice mis primeros votos, donde ingresé total y completamente a la Orden. Los votos son de castidad, pobreza, obediencia y educación; ahora soy flamante Hermano Andrés y formo parte de esta comunidad”.
Está destinado al Colegio Calasanz, del Barrio de Caballito en Buenos Aires, para dar clases y continuar estudiando.
Preguntado cómo sintió el despertar hacia la vocación religiosa, cuenta que “cuando terminé el secundario estuvo la opción de ingresar al seminario, me planteé la vocación sacerdotal como opción. Luego decidí irme a estudiar. Fue en Buenos Aires donde conocí un poco por casualidad a los escolapios y empecé a sentir interés por la vida religiosa, no solo como sacerdotes, sino por el hecho de vivir en comunidad, vivir la pobreza un poco más profunda”.
“Sentí la necesidad de consagrarme a Dios de manera completa. La verdad que la decisión que tomé ha sido una de las más sorpresivas y felices de mi vida, claramente, porque pasé de no conocer para nada a esta Orden a estar a los dos meses dentro de la misma y disfrutando, dándome cuenta que todo lo que estudiábamos y vivíamos tenía mucho que ver con lo que realmente anhelaba mi corazón. Es un misterio muy grande que yo vivo continuamente, de sentirme completamente hecho para una cosa, sin nunca haberlo esperado en la vida. Esto me llena completamente, estoy verdaderamente muy feliz de lo que soy”.
Más adelante en la entrevista comentó que “lo que vivo con mis Hermanos religiosos es que el hecho de estar completamente entregados, sin ningún espacio para nosotros mismos, tratando de evitar continuamente el egoísmo en lo cotidiano, lo que ayuda mucho a sentir que la vida se multiplica, fructifica y se vuelve ayuda y compañía para los demás”.
“Nosotros vivimos en los colegios, tenemos nuestra casa insertada en los colegios que tenemos y la vida está dedicada a los niños y los jóvenes, no solo en la tarea del aula y en la función directiva a quien les corresponde, sino en acompañar a los jóvenes que tienen problemas, que tienen crisis existenciales, que están mal con sus papás u otras problemáticas. En esa cuestión rara, que uno entrega la vida y constantemente se da a los demás, es lo que termina dejando ese sabor de plenitud. Dios nos creó para amar y cada uno tiene su lugar para hacerlo. Los religiosos en la vida religiosa, los papás dedicados a sus familias… creo que ese camino es al fin y al cabo, cuando se vive fielmente, cuando se logra entregarlo todo, lo que termina trayendo felicidad”.
“Es muy extraño, sobre todo en la cuestión de la fecundidad. Nosotros entregamos todo, haciendo un voto de castidad, que no sólo se trata del celibato, sino de muchas otras cosas más, nosotros somos célibes, pero sin embargo en nuestra labor educativa con niños, desde los 6 años que los recibimos en el colegio, los educamos, están ahí, termina habiendo ahí una paternidad espiritual muy interesante, que al fin y al cabo logra plenificar lo que a nosotros nos falta, con hijos reales que lleven nuestro apellido. Para mí es una experiencia gratificante el darme cuenta que sigue habiendo una fecundidad, que es espiritual y de un amor mucho más libre” concluyó señalando el Hermano Andrés Rodríguez Zaballa, hijo de una conocida familia de nuestra ciudad.

 
 
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