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Violencia doméstica.
“Debemos seguir educando sobre la igualdad en cuestiones de género”.

“Es una problemática que existió siempre. Pero también se habla mucho en los últimos años, se han creado muchas instituciones, también hay cuestiones que todavía faltan ajustar. Creo que esto último está relacionado con la cultura del patriarcado. Creo que para modificar estas conductas vamos a tener un aprendizaje y miradas diferentes que hay muchos sectores de la sociedad que no lo ven” dijo la Licenciada Claudia Biurrarena, Jefa del Departamento de Violencia de la Municipalidad.

El servicio de violencia doméstica que funciona en dependencias de lo que fuera el Hogar del Niño, atiende en sus oficinas de 7.30 a 13.30 horas, pero hay un teléfono de guardia, que está a disposición de la Comisaría de la Mujer, del Hospital Municipal y de otros organismos, por lo que las profesionales están a disposición las 24 horas del día, todos los días del año, ante cualquier emergencia que se pueda producir.
“Nos aseguramos que queda en cada guardia un integrante de cada profesión para que el servicio siga funcionando y todas las personas que vengan a consultar o sean derivadas de organismos que intervienen, sean atendidos como corresponde”, dijo Claudia Biurrarena, Jefa del Servicio.
Sobre el porcentaje alto de denuncias y hechos de violencia de género que son noticia considera la profesional consultada que “es una problemática que existió siempre. Pero también se habla mucho en los últimos años, se han creado muchas instituciones, también hay cuestiones que todavía faltan ajustar. Creo que esto último está relacionado con la cultura del patriarcado. Creo que para modificar estas conductas vamos a tener un aprendizaje y miradas diferentes que hay muchos sectores de la sociedad que no lo ven y no lo plantean de la misma forma; todavía está muy consensuado y tolerado esto que hay golpes que son más graves que otros. Tiene que ver con diferentes grados de violencia, cuando en realidad todo es violencia. Tenemos internalizado que no es violencia la descalificación verbal, el lugar diferente que se le da a una mujer dentro del ámbito familiar o institucional. La mayor parte de la gente sigue considerando que las situaciones de violencia son las más extremas o más graves –cuando hay un intento de homicidio, cuando la mujer llega a la Guardia del Hospital por los golpes recibidos- todo lo demás, todavía cuesta mucho visibilizarlo y desnaturalizar estas cuestiones en las que nosotros tanto insistimos. La mujer debe tener un lugar de equidad. Para dar un ejemplo, en el colectivo imaginario está que si la mujer es infiel, las situaciones de violencia son “toleradas” o “justificadas”. Todavía se sigue sosteniendo desde las conductas, esto de que a los hijos, a veces, “un chirlo”, no viene mal. Todavía está esto de que la violencia está permitida para educar. Hasta que no cambiemos eso, busquemos otras formas de educar, de enseñar, de vivir con otro, será difícil cambiar estas situaciones. Por ahí, quienes más sufren la violencia son los que están tomando más conciencia, porque son los que padecen estas situaciones de inequidad y son los que más denuncian, por eso también pareciera ahora que hay más casos. Lo que sin duda hay es más denuncias que antes”.
Indicó la Lic. Biurrarena, que “ante la ruptura de un matrimonio donde había situaciones de violencia psicológicas y emocionales, si comenzaban amenazas de muerte, persecuciones, controles, eso antes quizá no se denunciaba, se toleraba hasta que pasaran muchos años, y cada pareja continuaba por su lado o se continuaba perpetuando en el tiempo. Hoy en día se denuncia inmediatamente. Las mujeres u hombres que sufren estas situaciones no se permiten sostener estos vínculos. Quieren terminar estas relaciones enfermizas, escuchan por los medios de comunicación que eso es violencia y está muy bien que así sea”.
Consultada sobre las cuestiones que suelen estar invisibles, y que son situaciones de violencia, responde que “quienes trabajamos en esto, y leemos sobre el patriarcado y la perspectiva de género, básicamente tiene que ver con familias con una estructura muy rígida, donde la comunicación de los padres es hacia abajo, no hay un ida y vuelta, y los roles de madre-padre; esposo-mujer, son muy fijos y muy estáticos. No hay flexibilización a los cambios, a los diferentes contextos, al crecimiento, al desarrollo. Esto es una base –nosotros le llamamos un cultivo- para las prácticas violentas. La mujer muy sumisa, muy dependiente, en el rol de puertas adentro del hogar: la distribución de las tareas domésticas, quien organiza la casa, quien tiene que organizar la limpieza del hogar. Si todo recae en el modelo tradicional y antiguo, sobre la mujer, fácilmente también permite otras prácticas: el no manejo del dinero, comenzar a aislarse, de cortar la relación con las amistades y familiares. Tiene que haber además, de alguno de los dos lados, haber vivido en algún contexto violento, donde esto ha sido aprendido, no necesariamente desde el golpe, pero sí desde el poder y la manipulación”.

 
 
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