Avanza la restauración la fachada del Palacio Municipal, a cargo de una empresa de La Plata, que tiene un amplio prestigio en restauraciones, ya que cuentan en su currículum el haberse encargado de realizar una tarea de este tipo en la catedral de la capital de la provincia, entre otros trabajos emprendidos desde el año 1989 en que Carlos Zila (participó en la construcción de la ciudad de los niños, y se desempeñó por varios años como frentista) convocó a sus hijos para fundar una empresa familiar que se dedicara a esto.
Consultados Guillermo y Javier Zila, dieron detalles del trabajo que están realizando, que permitirá, una vez que la obra quede terminada, redescubrir toda la belleza original del palacio municipal cuando fue inaugurado, a principios del siglo XX.
Llevan trabajando ocho meses y sacan la cuenta que restan todavía cuatro meses más de arduo trabajo. “Hicimos un relevamiento inicial, documentamos todo fotográficamente y nos encontramos con todo lo que se podía ver superficialmente. Después surgieron los vicios ocultos: el deterioro del edificio estaba bastante avanzado, no era lo que se veía desde la vereda o desde la calle de enfrente. Cuando uno empieza a armar el andamio, a ver el edificio de cerca, se empiezan a notar todos los detalles ocultos del deterioro, el que estaba en un estado avanzado. Fuimos amurando las piezas, anclando lo que estaba suelto, lo más crítico, y ahora continuamos con eso, hacia la izquierda del edificio”.
Explicaron que se encontraban sueltos ornamentos que tienen diferentes dimensiones y por consiguiente, diferente peso, desde los 2 kilos a los 500 kilos.
En relación a los copones que se pueden ver en los extremos del edificio, informaron que por el volumen, tienen un peso aproximado de 500 kilos.
“Muchas de las piezas son huecas, y otras son macizas. Esas piezas están hechas en cuatro y en seis partes; todas las uniones están con el material deteriorado, ya que ha sufrido contracciones y dilataciones. Además con el transcurrir del tiempo se sumó el deterioro natural y el deterioro de las estructuras internas de hierro, al reaccionar con el material calcáreo. Muchos elementos ornamentales se veían como que estaban armados, pero cuando nos acercábamos a verlo, veíamos que era como un total rompecabezas. Había que sacar cada pedacito de ese rompecabezas y detrás de ello estaba el alma de hierro totalmente corroída”.
Comentaron estos dos profesionales de la reconstrucción de edificios históricos que en muchos casos aplicaron metal nuevo y en otro pudieron recuperar el metal original.
Entre los materiales nuevos que se usaron, figuran las mallas de fibra de vidrio que contienen más la pieza ornamental.
“Utilizando estas mallas en una o dos capas, también evitamos agregan hierro que produce tensiones en las piezas. En relación a los anclajes –se han colocado cerca de 90 en todo el edificio- van entre 15 y 40 centímetros para poder llegar al ladrillo”, explicaron los dos profesionales que trabajan con pasión en esta restauración.
El balcón central estaba desplazado unos centímetros y era una de las partes más deterioradas: “tenía peligro inminente de desprendimiento de piezas; faltaba incluso una ménsula de soporte en la parte inferior, el que se ha caído por las vibraciones que genera el tránsito vehicular, o por algún espectáculo. Es inconveniente exponer al edificio a grandes niveles de sonido” confirmaron los dos especialistas en restauración y cuidado del edificio.
Entre otras cosas, laboriosamente, han reproducido un modelo de tulipa, de las que sólo se encontraban dos en la parte frontal y debieron hacerse 61 para completar las faltantes.
También se hicieron los cabezales de los copones superiores. Se restauraron a mano unos pináculos o pequeños obeliscos que van también en la fachada del edificio.
“Nos encontramos con piezas que para poder moldearlas hubo que arreglarlas al puesto con espátulas especiales, para poder completarlas, ya que no existían muchas. Una vez terminada la pieza, se hace el molde de la pieza arreglada para poder repetirla, tal como estaba en originalmente”.
Hubo que repetir vástagos de las antorchas, estudiar detenidamente viejas fotografías para obtener cada detalle de las dos estatuas que están en la parte central del edificio, arriba del pórtico de entrada. “A esas esculturas se resolvió repararlas, sabiendo por medio de archivos fotográficos, como era lo que faltaba. A Júpiter le faltaba una mano, un ala en la cabeza y un báculo”.
Rodrigo Vecchi tenía una fotografía de hace más o menos 60 años cuando Venus y Júpiter estaban en excelente estado por lo que fue posible obtener detalles de cómo eran las piezas originales.
Sobre el color de edificio explicaron Guillermo y Javier Zila que “se hizo un análisis del color original. Hay que tomar en cuenta que el tiempo decoloró y manchó el color original. Pero con el análisis respectivo, obtuvimos el color original. El color es el de la arena Montevideo cuando está mojada. Ese es el color original que se respetará en la restauración del edificio”.
Sobre los pinches que se colocaron para alejar las palomas y tordos –que rápidamente quedó comprobado que no servía, ya que las aves se contorsionaban para ubicarse en el mismo lugar que antes- indicaron los hermanos Zila que “el problema no solamente fue ese sistema que se colocó, sino el pegamento que se usó, ya que penetró el material y hubo que picar mucho para poder hacer las restauraciones. También es un problema el guano de las palomas, que penetra unos centímetros y también corroe el material”.
Para alejar a las aves, se colocará un ultrasonido que ya ha sido adquirido “que es de última tecnología en el país, abarca 25 mil metros cuadrados, lo que son alrededor de dos manzanas y media”.
En cuatro meses más la obra de restauración estará terminada, y será mostrada a toda la comunidad, recuperando el Palacio Municipal, todo el señoría ecléctico de su fachada.