Hace unos años que Marta Luna desarrolla actividades de Acompañante Terapéutica, para las que se formó a estos efectos.
Y su mayor tarea está dedicada a la tercera edad. Integra el equipo de trabajo de técnicos y profesionales que está en la colonia de vacaciones de los adultos mayores.
Consultada sobre lo que implica esta tarea, y lo que ha aprendido de la gente de la tercera edad a lo largo de este tiempo, indica que “somos –en la colonia de adultos mayores- un equipo de trabajo donde cada uno maneja muy bien su rol. Cada uno pone su granito de arena, por eso formamos un buen equipo para atender a toda la gente que está viniendo a la Colonia y que realmente la pasa muy bien”.
Marta Luna apunta luego que “en cada caso hay que intervenir de diferentes maneras. Cada persona es una historia, cada persona trae consigo una mochila bastante importante. Buscamos siempre la vuelta para saber si necesita más compañía, más asistencia psicológica. Hay que tomar en cuenta que los Acompañantes Terapéuticos somos parte de un equipo interdisciplinario. Nosotros somos como los copilotos de los médicos y otros profesionales. A través nuestro se aseguran que cada paciente siga su tratamiento y las indicaciones que los médicos les realizan. Si necesitan apoyo de la parte motora los llevamos a caminar; si necesitan apoyo de la parte cognitiva estamos con ellos haciendo trabajos complementarios a los Talleres de la Memoria; en fin… para cada caso estamos ahí, tratando de que sea efectivo el tratamiento”.
Evalúa que con el transcurso del trabajo diario “se aprende mucho y hay mucho más por aprender. Se aprende que la vida es así, que hay que sacar de cada uno el potencial. En esta etapa, el de la tercera edad, contrariamente a lo que muchos creen, las expectativas se agrandan, tienen un horizonte increíble. Los abuelos son capaces de mostrarnos un horizonte que con menos edad no lo logramos ver. Ellos te lo muestran, lo transmiten. Nos muestran lo que es importante en la vida y lo que no lo es”.