El primer recuerdo que me viene a la mente promediando la década de los ´90, es verte parado en medio de un auditorio de cientos de personas, discutiendo con los “popes” de la economía que defendían la Convertibilidad, mientras vos les adelantabas las miserias que nos dejarían.
Desde ese día entendí que mi lucha por la Educación Pública y la tuya por la Economía de la igualdad, eran la misma.
Tuve la suerte de recorrer a tu lado los lugares más inesperados donde ibas a defender tu posición.
Bastaba solo un llamado para que estés dispuesto a acompañarnos a conversar con los estudiantes de la Universidad de Chilecito en La Rioja, o Santiago del Estero, y ni que hablar de ir hasta la Universidad de Comahue, para encontrarse con un puñado de estudiantes que querían escuchar por qué la Ley de Educación Superior y la Convertibilidad de Menem y Cavallo eran parte de un capitalismo salvaje que no haría más que generar desigualdad y pobreza.
Cuando todos callaban vos alzabas tu voz. Comunicabas, discutías, convencías… ¡Que talento!
Tu formación era de primer nivel, te educaste en los mejores lugares del mundo, pero tenias un Don para comunicar, era imposible no comprenderte cuando en un párrafo plasmabas cientos de carillas de teoría económica.
Eras un tipo de a pie, sencillo, sin lujos, transparente, y muy generoso.
En los últimos años, un poco fastidiado por los reveces políticos, encontraste en los medios de comunicación un gran lugar para hacerte oír, transformar, luchar y educar. Afortunadamente así mucha gente pudo conocerte. Así todo seguiste recorriendo el país, hasta que una maldita ruta te atrapó.
Tenías un afinado conocimiento global de la política, la economía política y las grandes problemáticas del país y la región. Fuiste una persona muy comprometida y militante con la idea de igualdad. Tu lucha era diaria, sin descanso, sutil por momentos e hiriente cuando lo requería.
Te encontró la muerte en plena pelea por tus ideas. Sé que no te cansaste de viajar, ni de hablar. Seguro te fuiste convencer y encantar gente a otro territorio.
Guardaré con recelo las desgravaciones de esas apasionadas charlas políticas y económicas de la juventud universitaria.
Escribo estas palabras con intenso dolor por tu partida y también con una bronca egoísta por no tenerte para disfrutarte.
Gracias Tomas Bulat por ser tan buena persona, amigo, y haber dado todo por tus convicciones.
Mariano Sein.