Es una de las hijas de Susana Paolorossi y Oscar Schweitzer. Hace muchos años que está radicada en Buenos Aires, en realidad desde los 18, cuando se fue de la ciudad para seguir estudios secundarios.
De visita en la ciudad de Coronel Suárez La Nueva Radio Suárez mantuvo con esta profesional de vasta trayectoria una entrevista.
Integró el equipo del programa televisivo “Cuestión de Peso” hasta el año 2008, cuando el programa era conducido por Andrea Politti.
“Fueron tres años intensos del programa y para nosotros, todos, la evaluación fue excelente, en relación a que se pudo producir un programa en vivo. Era reality, pero con un sesgo mucho más centrado en el tratamiento de obesidad, tal cual lo veníamos ejerciendo el Dr. Cormillot y nosotros como equipo. Cada uno de nosotros tenía entre 15 y 20 años de experiencia dentro de la clínica del Dr. Cormillot, en ese momento estaba mucho más focalizado en el tratamiento y no tanto en el reality, no obstante, para hacerlo más atractivo, pasaba todo lo que pasaba al aire”.
Consultada sobre su presente profesional indicó que “me independicé. Hace dos o tres años que hice mi propio centro con otra médica, que trabajó también 30 años en la Clínica Cormillot. Sigo con esta especialidad que es Psicóloga en obesidad, trastornos alimentarios y cirugía de lo obesidad”.
Preguntada en torno a por qué es importante tener dentro de los equipos que tratan la obesidad a psicólogos, indica Patricia Schweitzer que “la obesidad es una enfermedad crónica. Eso lo comparte con la diabetes. Quiere decir que el tratamiento es de continuidad porque no hay cura, hasta ahora, sino que hay lo que se llama recuperación. Es decir, hay una creación, desde el aprendizaje, en nuevos hábitos y conductas alimentarias y de estilo de vida. Eso como es cotidiano implica todo lo que es cultural, es muy trabajoso llevarlo a cabo. Por eso, aisladamente, el tratamiento no da sus frutos. Muy pocos son los pacientes que logran solos reestructurarse, bajar de peso y tener continuidad, y por otra parte se necesita un equipo de profesionales donde cada uno se centra en un aspecto. Hay que ver qué otras cuestiones, además de la enfermedad obesidad, de la estructura de la personalidad o de situaciones de conflicto o de emociones, están imperando para dificultar el tratamiento. Donde la comida es un refugio para soportar otras carencias o situaciones que pueden ser depresiones, ansiedad, etc., lo que llamamos el comer emocional”.
Sobre la predisposición genética apuntó la psicóloga consultada que “decimos que la obesidad es una enfermedad multifactorial, porque no está sólo lo físico, por decirlo de alguna manera. Está lo hereditario y lo genético que arman una gran parte, no cualquiera puede ser obeso. Hablamos de obesidades de grado tres, cuatro, cinco. Eso es una predisposición genética y no es lo mismo que tener sobrepeso. Pero de todos modos por más que se tenga 15, 20, 25 kilos de más en todos los casos para poder bajar de peso y hacer un cambio hay que hacer un tratamiento con todas estas estructuras que se ponen en juego”.
Más adelante en la entrevista indicó que “la mala noticia: todos los países están más parejos en que su población sube de peso, con la presencia de mayor cantidad de obesos. Esto tiene que ver con la vida sedentaria y la forma de alimentación. Hay que tomar en cuenta que hay mucho dinero en juego por parte de empresas que lucran con nuevos alimentos que no son saludables. Y la rapidez con que se vive hace que busquemos comidas rápidas para ingerir”.
La Psicóloga Patricia Schweitzer habló enfáticamente a lo largo de la entrevista de la importancia de “registrar, mirar, qué es lo que pasa con el hambre de cada uno o con las ganas de comer. Empezar a diferenciar qué hago y digo cuando menciono ‘tengo hambre’. ¿Es hambre o ganas de comer? ¿Es registro de ansiedad, aburrimiento, es sentimiento de soledad, es bronca o es nerviosismo? ¿Qué es lo que hace que yo vaya a comer en cantidad y a veces en horas desordenadas y sin registro de lo que estoy comiendo? Esto que parece tan básico es algo que a veces está muy disipado, negado. Algo siento en el estómago y lo calmo con comida. Porque a veces hay emociones, sentimientos, cuestiones que no nos gustan tener en cuenta. No nos gusta registrar. Preferimos ir a taparlo. La comida funciona muchas veces como auto medicación, porque también es cierto que la comida tiene un efecto en el cerebro. Hay un lugar que se llama el centro de recompensa que no sólo lo tiene la comida, sino también el alcohol, la nicotina y otras drogas. Hay algo que se calma. Es verdad que frente a una situación de angustia o ansiedad, para algunas personas, la comida calma. Eso que ya se vino acostumbrando a hacer y que ya tiene un registro o unión en el cerebro se hace casi automáticamente. Lo que hay que hacer es descentrar esa unión y aprender a armar otros centros de placer o de poder comprender y soportar qué me pasa cuando yo siento ese registro de hambre o necesidad de comer. Sencillo no es, pero posible sí”.
Simpática, generosa y dispuesta a hacer psicoeducación, Patricia Schweitzer indicó que las personas que quieran consultarla no tienen más que buscarla en su página de Facebook con su nombre y apellido, que responderá inquietudes y consultas que le hagan llegar.