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Padre Daniel.
“No tengo miedo a nada porque trabajo para Dios”.
Se le cayeron algunas lágrimas cuando vio la placa donde estaba su nombre.
Un acto tan inmenso como es su humilde figura.

Se tomó el rostro en un gesto de incredulidad, pero también de humildad frente al homenaje. Se le cortó la voz, emocionado, en el medio del reportaje. Y no dejó de saludar a cada uno con un beso, una sonrisa amplia, un apretón de manos. El gesto agradecido de un sacerdote que en el último tramo de su vida sigue haciendo lo que eligió hacer y llevó adelante muy bien: el ser cura.
Y no un cura a medias, un medio cura. Un cura completo, como una de las personas asistentes a la ceremonia y a la misa posterior mencionó, en una conversación informal, pero que resume muy bien lo que es el Padre Daniel Melchior.
Costó un poco lograr un espacio entre tanto saludo de la gente para obtener su atención y lograr hacer una nota.
“Para mí es una sorpresa todo. Cuando llegué acá y abrí la puerta y vi la gente sentada me pregunté ¿qué está pasando acá? Yo no sabía por qué, si no me dijeron nada. Hoy a la mañana vino una encargada del Hogar para vestirme y le pregunté por qué me tenía que vestir otra vez de vuelta… ¡hasta me hizo poner los zapatos que nunca los uso!”.
Consultado en torno a cómo se sintió cuando descubrió que era el destinatario del homenaje, respondió que “lo atribuyo al pueblo, a los que están siempre conmigo. Yo solo no puedo hacer nada. Tengo mucha gente con una disponibilidad total: parientes y conocidos. Lo que necesito siempre están a mi lado para darme una mano y eso me ayuda a seguir adelante, sin desfallecer. No tengo miedo a nada porque trabajo para Dios. Material no tengo nada, lo único que tengo está a la vista de todos. Yo trabajo únicamente para la mayor gloria de Dios y que Dios esté conforme con todo y que él me dé el visto bueno”.
Explica su emoción diciendo “¡cómo para quedarse tranquilo con todo lo que uno ha visto acá! Es imposible quedarse tranquilo. Llega un momento en el que brotan las lágrimas”.
Agredió a Dios por la vocación y el sacerdocio que ha desarrollado en este tiempo: “estoy cada día más agradecido a Dios que me ha llamado y me ha permitido. Además, de cuántas me he salvado yo siendo seminarista, estudiante. De cura no hay ninguna cosa de gravedad con la cual me han podido sorprender. Pero de seminarista, ¡hice cada una! Era muy valiente en ese punto, por no decir un poco tonto”.
Al preguntarle si alguna vez, viendo lo que pasa en el mundo, se sintió agobiado, confundido y con los brazos caídos, responde que “confundido sí, pero con los brazos caídos nunca. Yo miré todas las cosas con seriedad, como corresponde a un sacerdote, y he trabajado de mi parte lo que pudiera para hacer traer las cosas de la mejor manera posible. Esa fue siempre mi intención. Ahora, desanimarme por lo que pasa no; confundido, a veces, sí”.
Al finalizar la nota dio “gracias a Dios, en primer lugar. En segundo lugar gracias por haber nacido en la Colonia, porque es una bendición de Dios lo que he recibido de mis abuelos, de papá, de mamá. Tuve la bendición de haber tenido unos abuelos tan buenos que cada día me llevaban a misa; mi mamá me envolvía bien, como quien diría, porque en aquellos tiempos hacía frío en invierno. Y al pueblo en general, que sigan adelante por el camino del bien, tratando de hacer todo lo que podamos para que como dicen los Santos seamos nosotros ejemplo en nuestra comunidad y que otro pueda ver nuestro proceder y así de esta manera seguir a Dios”.
Para la comunidad de Coronel Suárez es una bendición tener al Padre Daniel Melchior. Un cura completo, todo cura, pura entrega y dedicación. Con una vocación que, con todos sus años, sigue desarrollando con la misma entrega de siempre.

 
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