Hace unos días atrás una delegación de 27 alumnos de 5to y 6to año del nivel secundario del Instituto José Manuel Estrada, acompañados por tres profesores, Alberto Segui, Zulma Ordman y Silva Stork, organizaron un viaje de misión a Valcheta, en la Provincia de Río Negro.
Llevaron innumerables donaciones, muchas aportadas por las familias, pero muchísimas también por empresas de Coronel Suárez que se sumaron a esta propuesta de misión evangélica que propusieron los docentes mencionados y la institución educativa, con el objetivo de transformar la fe en acción y en hechos concretos.
Los jóvenes realizaron trabajos determinados: pintaron algunas viviendas de personas mayores, limpiaron patios, hablaron en una radio de la localidad, visitaron a las familias, compartieron historias, escucharon relatos de vida, hablaron de Dios, ayudaron a mucha gente a lo largo de los 4 días que estuvieron en el lugar.
La Nueva Radio Suárez entrevistó a los docentes y a tres alumnos, en representación de todo el grupo: Rocío Di Meglio, Lucas Agüero y Valentina Adam Ciancio.
Contaron los profesores que “este proyecto nace como una inquietud de servicio. El Instituto Estrada siempre ha realizado proyectos de servicio hacia la comunidad y en nuestro corazón estaba esto que nos está pidiendo Francisco, esto de salir a las periferias geográficas y existenciales. A medida que avanzábamos en el proyecto veíamos que Dios nos iba abriendo los caminos y nos iba facilitando su realización, por lo que veíamos que era de Dios y no nuestro. Veíamos que los chicos tenían en el corazón algo diferente: ganas de servir. Tuvimos el apoyo de la institución desde la dirección, los profesores, los padres, que estaban contentos que pudiéramos ofrecerles a los chicos algo diferente, una experiencia que también les aporte sentido a sus vidas. La misión iba delante nuestro y nosotros aprendiendo con las cosas que iban pasando. Ha sido una experiencia muy rica para todos”, dijo Silvia Stork.
Zulma Ordman relató que “fuimos armando diferentes actividades, los chicos se dividieron en grupos de trabajo. Pudimos hacer un trabajo de radio en Valcheta, por lo que efectuaron su misión radial. Llevaron adelante actividades como pintar dos casas, limpiar patios, hacer visitas. Todo esto iba surgiendo a medida que íbamos conociendo a la gente del lugar, que es muy abierta”.
A su turno Alberto Segui dijo que “mi experiencia personal, a pesar de tenerlos como alumnos y que los conozco como tal, ahora los conocí más como personas. Veo que hay una capacidad humana muy grande, hay como un diamante en bruto muy precioso en cada uno de ellos. Por eso los invito a seguir haciendo trabajo solidario, que si se hace en nombre de Dios cobra un sentido mucho más profundo. Todo esto nos sirvió para conocernos más a nosotros y para saber lo que podemos hacer en nombre de Dios. No se trata de hacer cosas grandes, simplemente dando una mano, visitando gente, escuchando, compartiendo unos mates, se ayuda mucho y de una forma muy grata”.
Posteriormente los jóvenes, que hablaron en nombre de sus compañeros, contaron que, divididos en grupos, había quienes iban a la radio, otros a pintar, a sacar yuyos de los patios; y por la tarde salían a visitar los hogares, a hablar con las personas acerca de cómo andaban, cómo estaban con el tema de la fe.
“Es una experiencia muy linda y uno se da cuenta de la calidez de la gente. Fue una experiencia muy enriquecedora para todos. Uno va a dar pero se termina trayendo más, porque el cariño de la gente, la humildad y que te traten como si te conocieran de toda la vida llena mucho. Nos dimos cuenta que hay gente que son hermanos nuestros, que están viviendo otra realidad, por lo que poder ayudarlos en las cosas más sencillas es algo muy gratificante. La gente nos abría la puerta de su casa con mucha sencillez y con el corazón muy dispuesto a recibirnos”.
Consultados en torno a lo que aprendieron, los tres jóvenes respondieron: “a no prejuzgar; la gente está sola, necesita con quien hablar, es importante prestarle el oído. Aprendimos también a convivir entre nosotros. Además aprendimos también a valorar lo que tenemos: el agua calentita, la comida preparada, la familia que te apoya. Y también que cada uno en las cosas pequeñas puede ayudar; no es necesario hacer grandes cosas, sino que con cosas pequeñas, sencillas, puede cambiar la vida de otro, que realmente lo necesita”.
La idea de la institución educativa, y de los alumnos, es cumplir con el compromiso que se adquiere en una tarea misional: darle una continuidad de por lo menos tres años. Así que proyectan volver el año que viene y al otro a Valcheta.