Perla hace 16 años que es Instructora; Blanca hace 23 años que también cumple esa tarea en el Taller Protegido de Coronel Suárez.
Las dos están encantadas con la labor que cumplen y se le ve en los rostros y en lo que van diciendo.
Las dos destacan la simpleza, la sencillez con que los operarios del Taller Protegido toman los sucesos de la vida.
La alegría con la que llegan cada mañana y la transmiten. Las inquietudes o interrogantes que tienen y lo transfieren hacia estas dos mujeres con las que tienen plena confianza.
Por supuesto que cada día sortean diferentes dificultades, preocupaciones, sobre todo relacionadas con el sostenimiento del Taller, pero más allá de eso está la tarea de cada día teñida con todo el amor que entregan los concurrentes al Taller.
Desinteresado, sin condicionamientos, como la expresión más pura del afecto humano, con la inocencia de los niños pero en cuerpo de adulto.
Las Instructoras deben entregar tanto como reciben, porque el lunes por la mañana no había operario del Taller que no les dejaran un saludo y un agradecimiento por todo lo que hacen cada día por ellos.