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Ricardo Wagner.
“No hay nada más importante en la vida que acrecentar el respeto de los vecinos y el respeto y el cariño de la familia”.

Fue Intendente Municipal en el período 1991-1995, Concejal en varias oportunidades, Secretario de Gobierno y Finanzas de la Municipalidad, comerciante, esposo, padre de familia, abuelo. En cada uno de los objetivos que emprendió su característica fue la honestidad y la coherencia.
Con más tranquilidad interior que nunca, porque sabe que está recogiendo lo sembrado a lo largo de muchos años, en lo comercial, familiar y como vecino de esta ciudad, Ricardo Wagner nos recibe en su casa, mientras su esposa Elvira dispone los habituales mates de cada mañana.
Como cada mañana también, su esposa le acomoda por última vez el cabello para asegurar que salga bien en la foto y con un apretón de hombro cariñoso le recomienda que no se olvide de decir en el reportaje todo lo que se propuso, sobre todo agradecer.
Recuerda que cuando fue Intendente era “corto” el presupuesto, agrega: “el año que intentamos llegar a los 15 millones de pesos el Centro de Comercio le mandó una nota de reclamo al Gobernador de la Provincia porque era una locura para Coronel Suárez. A pesar de eso creo que llegamos ese año a 13 millones y pico. Pero evidentemente ahora, con ver la cifra, uno se asusta, pero han cambiado los tiempos”.
Recuerda que empezó en la política “en la época del ´58, con la juventud del Partido Socialista. En el ´73 pasé a las filas del Justicialismo. Recuerdo que en ese entonces el Socialismo le dio la posibilidad al Justicialismo de darle la legalidad que le faltaba. Hubo un gran acercamiento, sobre todo en la parte gremial, entonces me quedé en el PJ. Llegué a la Municipalidad con el triunfo de Lázaro, fui Secretario del Concejo y luego pasé a ser Secretario de Gobierno y Hacienda”.
Preguntado en torno a si ha disfrutado de hacer política, dijo que “si bien lo tenía previsto, evidentemente ha sido una satisfacción personal. Además, lo que más lamento es que mi padre no llegó a vivir en la época en que fui Intendente; mi madre sí. Mamá me pudo ver, pero mi padre había fallecido antes, lamento que no haya llegado a tener esa satisfacción. Nosotros somos gente de trabajo, somos conocidos en Coronel Suárez por esa razón, por lo que es una satisfacción llegar a ser autoridad máxima de la Municipalidad, es un orgullo. Por eso le estoy muy agradecido, no me van a alcanzar nunca las palabras, al Partido Justicialista que me dio la oportunidad de representarlo y gracias a ello conseguí los votos, el apoyo de los vecinos y llegué a ser Intendente”.
Varios hechos marcan su honestidad de vida, que llevó al gobierno en la Municipalidad de Coronel Suárez: ni bien asumió el cargo planteó ante las autoridades provinciales la inquietud por el juego clandestino, la respuesta que recibió al mes del planteo es que “el señor que explotaba el juego estaba enfermo y ahí no se podía avanzar”.
Otra ocasión fue cuando hizo cerrar un prostíbulo que funcionaba en uno de los Pueblos Alemanes, lo que le valió un pedido de aplauso del Padre Daniel, en plena misa dominguera. Pero lo más notable fue la ocasión en la que descubrió que había un sobreprecio en el gasoducto a Huanguelén: “lo anulamos y tuvo que hacerse un nuevo pliego de bases y condiciones para esa obra, lamentablemente no lo pude inaugurar. Pero felizmente, igual que el camino a las Colonias, fueron obras que beneficiaron a los vecinos, que era lo que nosotros apuntábamos”.
Una de sus más grandes satisfacciones es que cuando se fue de la Municipalidad, al día siguiente, recorría la ciudad, camino a su negocio Casa Wagner, como un vecino más y siendo saludado por todos.
Sobre sus años en la política apunta que “entre los políticos teníamos un trato amable, nos respetábamos, lo que es muy valioso. No buscábamos el rédito económico, apreciábamos lo que era la acción política a favor de los vecinos y del crecimiento de la comunidad”.
Recuerda que “el coche oficial que tuve en su época era el mismo que usó Julio Rubio y que lo había agarrado una granizada en Carhué. Yo no pensé en cambiarlo, porque el presupuesto no daba. Era preferible hacer obras”.
Finaliza diciendo que “llegar al final de la vida, poder hablar de la señora, los hijos, los nietos. Ayer me saludaron mis hermanos como si fuera la cosa más importante. Es una cosa que a uno lo llena de satisfacción. No hay nada más importante en la vida que acrecentar el respeto de los vecinos y el respeto y el cariño de la familia”.

 
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