La trayectoria de José Luis Degele recuerda además que en sus comienzos sumaba las fotos para las cuatro o cinco noticias que se proyectaban entre películas en los cines locales, con la voz de Mario Álvarez, en una especie de “Sucesos Argentinos” vernáculo; en este hecho se puede detectar que José Luis encierra un periodista que sale y se mezcla entre sus fotografías.
Cuenta que empezó a trabajar en el año 1975 y sobre las tomas fotográficas en los desfiles del 6 de agosto recuerda que “el primero en el que participé registré las fotos al lado de Franz Froch. Era su última etapa. Había empezado a estudiar fotografía y lo primero que uno hace es el desfile, yo mandaba a hacer las fotos en colores; él me mostró sus fotos, eran cuadraditas, verdes, ya estaba en su última etapa, pocos le compraban. Con el tiempo me di cuenta que al haberme sacado una foto con él, cerquita, tuve la oportunidad de estar al lado de un personaje de leyenda. Yo no viví su época de esplendor cuando él hacía sus fotos en el hotel, también hay muchas fotos de talleres, sacaba muy buenas fotos, documentó muy bien lo que eran los oficios de una época. Creo que no falté a ningún desfile. Antes era negocio hacer las fotos, luego vendía 200, 300 fotos; ahora lo hago para colaborar con algún medio y casi por hobby”.
Cuenta José Luis que le gusta sacar fotos; “me gusta esa cosa pública. Me llama la atención el palco. Si supiera escribir bien haría un escrito sobre los palcos. Siempre me llamó la atención, gente que está arriba del palco y que se cree que es superior. Ahora es más natural, pero hubo épocas en que no se subía cualquiera al palco, era para cierta gente y esa gente se creía que era superior”.
Una anécdota que surgió de la proyección de las noticias locales que se hacía en los cines: época militar, Argentina en conflicto con Chile, pasaba por la estación un tren cargado con soldados. No lo dudó, en una ciudad donde no pasaban muchas cosas esa era una buena noticia para fotografiar. Estaba tomando las fotos cuando un Teniente lo detiene y lo lleva a la oficina del jefe. Quería saber por qué hacía eso (¿se habrá imaginado que José Luis Degele era un espía chileno?); luego pretendió que el fotógrafo le entregara la cámara. Se negó firmemente, era su medio de trabajo. Está bien, cedió el militar, que le diera el rollo con las fotos. Imposible, dijo José Luis, y se negó tan firme como antes. En ese rollo había muchas otras fotos de acontecimientos sociales que había cubierto y ese era su trabajo y su sostén. Discusión va, discusión viene, terminan llamando a Plandolit, quien era fotógrafo de la Policía, que se comprometió ante el militar que una vez revelado el rollo se iban a destruir las fotos de la discordia.
Recuerda también otra ocasión en la que tomó fotos al grupo de Interact, que habían puesto como proyecto de servicio uno tachos para residuos en la plaza.
Lo llamó el Intendente Pedernera, lo convocó a su despacho. Fue y se encontró con todo un interrogatorio en torno a ese grupo de Interact, quiénes eran, qué hacían, cuáles eran sus objetivos, por qué había sacado las fotos.
Recuerda José Luis: “me dijo que antes de sacarle a un grupo yo tenía que consultarlo a él, no puede hacer público nada sin mi autorización, me acompaña hasta la puerta y me despide diciendo: ‘porque usted no quiere problemas ¿no?’. Son cosas menores, aparentemente, no me torturaron ni nada, pero estábamos en una época un poco especial”.
Dejó de hacer fotografía de casamientos luego de muchos años, entre otras cosas porque se cansó: “últimamente hay mucho verso” dice y agrega: “cualquier fotógrafo cuando se filma le pone toda el alma y resulta que al poco tiempo estaban separados. Y me preguntaba ¿para qué me gasté? Muchas veces cuando venían a buscar las fotos y los videos ya estaban separados. En ocasiones me querían contratar otra vez cuando hacían un nuevo casamiento y decía que no, nunca fui. Sobre todo con las filmaciones, porque uno tiene que armar un video contando una historia con un final feliz, que no resulta. No lo sentía y si vos no sentís algo ¿para qué lo vas a hacer?”.
La fotografía le ha dado muchas cosas. Le queda pendiente un sueño, una apertura distinta para los desfiles del 6 de agosto: que no estén subidas al palco las autoridades, que desde allá, desde el punto de inicio vengan caminando, abriendo el desfile, con carteles identificatorios de nombre y función, saludando a la gente. Y otro: que estén compartiendo el palco los Intendentes que han pasado en estos años de democracia.