Consultada la Licenciada Cecilia Litre sobre el particular explicó que “la musicoterapia es una disciplina que se estudia en la Universidad, en el caso de la de El Salvador tiene más de 40 años de antigüedad. Se usa la música o las herramientas con las cuales se hace la música (instrumentos) con fines terapéuticos que tengan que ver con la prevención o la asistencia. El espectro es muy amplio para el musicoterapeuta, con áreas de inserción muy diferentes entre sí”.
Agregó que “desconectarse por un momento de una situación que está absorbiendo todas las energías puede ser un objetivo terapéutico. Otro objetivo puede ser todo lo contrario: tratar de lograr todo el tiempo de atención de un niño en lugar de un juego, una canción que tiene un principio, un fin, un orden. Después puede hacer otro tipo de trabajo: cambiar la letra, expresar cómo se siente a través de la canción. Son todas intervenciones distintas de acuerdo a cómo se inserta, cuál es el objetivo. Es distinto a cuando se trata de la música como terapia para acompañamiento del dolor, para acompañamiento al final de la vida. Son áreas que son diferentes y en todas se puede usar la música”.
“No se trata solamente de la música editada, sino que se crea música en el momento, haciendo improvisaciones que por allí puede tener que ver con tocar música en vivo, sin que la persona tenga conocimientos musicales previos. Una improvisación en un tambor, en un xilofón o en otro instrumento cualquiera implica que esa persona se está manifestando cómo es en la música. Porque de la manera en cómo la persona es con la música es cómo es en su vida”.
Sobre los resultados de la aplicación de la música para tratar pacientes con diferentes discapacidades, señaló la Lic. Cecilia Litre que “el tratamiento siempre es integral. Nunca se trabaja en forma aislada, se trabaja con otros profesionales y también vinculando a la escuela y a la familia para establecer estrategias y objetivos en común, todos apuntando a objetivos generales, más allá de los particulares que se puedan lograr en cada disciplina. Por ejemplo, aumentar el tiempo de atención, fomentar la autoestima y la confianza en sí mismo, favorecer la identidad, etc. Se trabaja desde la motivación, desde el potencial que el niño tiene, no con lo que le falta. Se trata de llegar al núcleo sano de esa esencia musical que tiene, para a partir de allí desplegar un montón de otras habilidades que le permitirían por ejemplo comunicarse, ni más ni menos”.