El domingo la Iglesia católica destacó la celebración de Pedro y Pablo, por lo tanto, fue también el día del Papa y de los obispos.
La misa de las 11 de la mañana en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, que habitualmente conduce el párroco Diego Kessler, esta vez estuvo presidida por el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, Monseñor Pedro Laxague.
Luego de la lectura del Evangelio, la homilía estuvo centrada, en las cárceles que habitualmente viven las personas: “la cárcel del no te metas, del no es asunto mío, del materialismo, de la avaricia, de las drogas, el alcohol, de la indiferencia, del encerrarse en uno mismo, y tantas otras prisiones que vive hoy en día el ser humano”.
Recordó el alto prelado que la presencia permanente del señor en la vida de las personas es decisión de cada uno al dejarlo entrar.
Y recordó, tomando como ejemplo a Pedro y a Pablo, que la Fe es un don que Dios da.
Pidió en su mensaje, una oración para monseñor Guillermo Garlatti, “para que pueda volver a estar entre nosotros, haciendo su misión de pastoreo”.
La parroquia Nuestra Señora del Carmen, como sucede habitualmente con la misa de las 11 horas, estaba repleta de fieles.
Al finalizar la celebración el obispo caminó hasta el atrio para saludar a todos cuantos se acercaron a decirle algunas palabras, saludarlo y valorar su estimada presencia en nuestra ciudad.
Luego compartió un almuerzo con los miembros del Movimiento Familiar Cristiano, en preparación de un taller que estará brindando el martes 8 de julio, que tendrá como tema central las parejas separadas en nueva unión en la vida de la Iglesia.
Cada 29 de junio, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles, se recuerda a estos grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, se propone la realización de una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Por lo que es, ante todo, una fiesta de la catolicidad.
Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,16). Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. Su tumba en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de peregrinos que llegan de todo el mundo.
Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.