Esto puede tomar formas diferentes: la desatención o el abandono, el maltrato físico, el maltrato emocional o verbal, el abuso sexual, la explotación financiera, etc.
A medida que las personas envejecen pueden desarrollar problemas de salud que provocan una disminución de su fuerza física, de su visión y de su capacidad para razonar. Estos cambios pueden hacer que los adultos mayores sean vulnerables. Es posible que dependan de otros para su cuidado o que sean incapaces de distinguir cuando otra persona está aprovechándose de ellos”.
En este sentido, el Dr. Gustavo Roux, que es Médico Psiquiatra y que integra el equipo de trabajo del PAMI, habló del maltrato psicológico, del que dijo “es mucho más invisible, mucho más profundo y doloroso. También hay maltrato económico, donde el adulto mayor pierde derecho sobre sus propios bienes, de lo que construyó durante su vida, sobre lo que armó y construyó para atender a sus hijos y que el adulto mayor empieza a ver como se disuelve eso, porque empieza a perder memoria, fuerza o personalidad, porque alguien de la familia se impone sobre él”.
Habló también del maltrato farmacológico, cuando “el adulto mayor tiene demasiado insomnio o tiene alteraciones de la conducta, o irritabilidad, y se lo trata para bajar ese síntoma, para que no moleste, y se pasa de vuelta y más que ayudarlo a estar bien se ayuda a sí mismo a que no moleste. Esta pasó en muchos contextos y es maltrato real. Como la negligencia, que es no hacer lo que la persona necesita para estar bien”.
Más adelante dijo que “cuando uno piensa en un niño se pueden describir rápidamente algunas características, como por ejemplo que es dependiente de su papá o su mamá o de alguna figura. Necesita ayuda para limpiarse, para comer, necesita paciencia para que sus aprendizajes se vayan consolidando de a poco. Ese niño va a preguntar mil veces por qué y va a volver a preguntar aquello que se le terminó de explicar. Cuando uno piensa en la edad adulta, no en todos los casos, pero a veces vuelve a aparecer dependencia, necesidad de cuidado, aumenta la sensibilidad al frío, se pierde la visión, se pierde la posibilidad de manejarse solo, aumentando el riesgo de caída; aumenta la soledad, pierde la memoria. Aquello para lo cual el adulto era referencia o era muy bueno a veces el adulto mayor puede empezar a perder su vigencia, su poder”.
“Entonces, tanto como el niño necesita paciencia y amor, en la etapa adulta más aún necesita mucha paciencia y amor. Me pregunto cómo podría yo a mi papá que me ayudó a caminar, a andar en bicicleta, me tuvo paciencia cuando me caía de la bici, cuando me respondió mil veces la misma pregunta, ¿cómo podría yo tratar mal a mi papá, cuando él empieza a tener pérdida de memoria, a necesidad de más paciencia y de más amor? Creo que la conclusión de esto puede ser preguntarnos si a nuestros niños les estamos enseñando, con nuestra actitud, el respeto a los abuelos. Esta es una enseñanza necesaria desde la infancia”.