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Un poco de mi historia desde 1997
Por Gabriela Arias Uriburu (2010)
Lo que sigue a continuación es un extracto de la página web de esta valerosa mujer, que resume su historia de vida y el suceso que marcó un antes y un después.
Visito Coronel Suárez especialmente invitada por la Biblioteca Sarmiento contando con los auspicios del Instituto Cultural de la Municipalidad de Coronel Suárez.

“No pretendo describir aquí lo que han sido estos casi (14) años de camino hacia mis hijos. No obstante, la gente me ha preguntado por qué no me quedo a vivir en Jordania, por lo que haré una sintética explicación al respecto habiendo sido relatado en mi segundo libro “Jordania, La Travesía” (Atlántida, 2005).
Pregunta que me han hecho en Argentina, por lo que cuesta que se entienda la dificultad legal musulmana para la madre en esta situación trágica familiar, donde se trasladaron 3 niños sin permiso del Juez donde vivian; cruzaron fronteras sin registro para que el padre pudiera entrar a Jordania, tierra donde los hijos le corresponden al padre y al Islam.
Los primeros 3 meses no sabíamos dónde estaban. Luego, supimos vía personal y diplomática que estaban en Jordania. Una importantísima jurista de la ONU me dijo: “Nunca antes te dije esto, pero entrar en Jordania es peligroso para ti por las leyes musulmanas. Si algo te sucediera, ni la comunidad internacional podría ayudarte. Si aún así decides ir a ese país, debes hacerlo con protección del Estado”.
Viaje a Jordania, gracias a la gestión enérgica del Estado argentino sobre Jordania. Y allí comenzó el camino de Karim, Zahira y Sharif, y también el mío propio pues no se trataba de la tragedia de una madre, sino de tres niños.
Inicié así mi camino por los derechos de los niños.
Comenzó mi travesía, para no seguir perpetrando dolor, angustia y tragedia en ellos. Fue dificilísimo debido a las barreras culturales, por lo que imponía el Islam y a la dificultosa relación con la familia jordana*.
En el año 2005, después que Imad se presentó por primera vez en la corte musulmana, comenzamos a buscar un diálogo gracias a la gestión del Dr. Carlos Romano, a cargo del caso en representación del Estado argentino; y del Juez de Jueces del Islam, Tamimi, máxima autoridad islámica en Jordania. Para ese entonces, yo era consciente que debíamos devolver a Karim, Zahira y Sharif una familia y un futuro posible de armonía. Ambos padres somos responsables de lo ocurrido a nuestros hijos e inmaduros al creer que íbamos a poder construir una familia multicultural, cuando en realidad, ninguno de los dos sabía lo que debía conocer de la cultura del otro. Tampoco hicimos un compromiso de respetar de dónde provenía cada uno, y en el caso de la existencia de hijos, preservarlos y comprometernos a darles a éstos ambas culturas y no alejarlos de sus padres bajo ninguna circunstancia.
El amor en estas tragedias es arrasado con algo de lo ancestral, cuando uno decide llevar a cabo esta acción tremenda en los hijos y todo se convierte en un enorme desorden y desastre.
El diálogo posibilitó un acuerdo. En el acuerdo entregue la custodia de los chicos, los alimentos y cerré todas las causas por dos visitas al año a mis hijos en Jordania. Y desde allí de a poquito con mi trabajo personal y el amor incondicional y en desapego, pudimos volver todos a sentarnos en una mesa, conocer donde vivían, cocinarles, recostarme en sus camas y hacerlos dormir. Y hace dos años ellos pudieron quedarse a dormir conmigo solos toda la noche en el Hotel donde paraba.
En el viaje de marzo 2010, las cosas fueron movilizándose tremendamente: viajamos todos (los 5) por unos días fuera de Jordania, a otra tierra musulmana. Por otra parte, durante mi estadía en territorio jordano, Zahira se quedó conmigo en el departamento que Imad ofreció para hospedarme toda una semana. Al mismo tiempo, Imad me pidió que extendiera la visita para estar con los chicos, mientras él realizaba un viaje de negocios. Cada uno de estos acontecimientos, ocurrían por primera vez.
Ambos padres sabemos, y de hecho lo hemos hablado, que es hora de unir fuerzas por nuestros hijos, aún teniendo pareceres totalmente diferentes de la vida y de lo que sucedió en esta historia. Nuestros hijos nos necesitan. En lo personal, trabajé incansablemente para sentarme con Imad y respetarlo porque es el padre de mis hijos. Trabaje también incesantemente en mi interior, pues el conflicto que se manifiesta fuera es un conflicto que existe dentro de nosotros.
Poco a poco, acompañada de personas maravillosas que me dedicaron su corazón, fui sanando y no sólo para convertirme en la madre que soy hoy, sino para traer nuevamente a la vida mi ser mujer y llegar al ser humano particular y singular que todos somos.
Deseo que mi propia travesía, que mi recorrido, inspire a mis hijos para que ellos tomen sus potencias y puedan ser creadores de su propia vida ¡Se puede! Hoy VEO la historia y sé que debía vivirla, no sólo por la historia que he descubierto de mis antepasados; sino por todo lo que ha dejado en mí, en ustedes, en la Justicia, en los gobiernos, pero principalmente en mis hijos.
Por ello, deseo que vuelva a ordenarse el amor entre todos nosotros, honrando los ancestros, honrando padres, madres, abuelos, tatarabuelos en ambas culturas: oriente y occidente”.

 
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