A fin de año será consagrado Diácono y en estos meses está terminando su preparación práctica para esta tarea. Además es docente y directivo del Colegio FASTA San José.
Es una persona de reflexiones profundas, por lo que lo fuimos a consultar sobre la paz, sobre todo sobre la paz interior, queriendo conocer cuáles son a su criterio los caminos para construir una paz verdadera y duradera.
Sobre lo que sucedió el domingo pasado en el Vaticano, donde los Presidentes de Israel y Palestina se unieron en una oración por la paz, expresó que “lo que vivimos estos días fue muy significativo, porque durante siglos ha habido peleas y guerras en el Medio Oriente, con un trasfondo religioso, y curiosamente se lo ha abordado siempre desde la cuestión política. En esos países el Estado y la religión son una sola cosa y se buscó siempre la resolución desde un punto de vista política, con una herramienta desacertada. La genialidad del Papa Francisco en este sentido, como hombre creativo que es, como gran comunicador, como hombre pensante y como referente, apuntó a poder descubrir desde dónde se tiene que resolver esto, que es desde lo religioso. En su paso por Tierra Santa él convoca a los dirigentes de estos países y ahí nomás le dicen que sí, sin tener que llevar esto a un plebiscito o a una consulta con sus asesores”.
A estas consideraciones ubicó la propuesta de la entrevista manifestando que “eso es, como decimos nosotros, el Lejano Oriente; es fácil para nosotros reunirnos a rezar por la paz, conmovernos por lo que está ocurriendo. Pero el verdadero desafío es la construcción de la paz en Coronel Suárez. Este es nuestro cercano oriente”.
Reconoció que “se ven muchas veces situaciones de mucha violencia. En las familias, en los cursos (esto que llamamos bullying), entre los colegios, desprestigio de un colegio al otro. Actitudes agresivas y violentas. Está muy bueno rezar la oración de San Francisco pero la tenemos que hacer carne acá”.
Indicó que si no se tiene la paz en el corazón no se puede construir en la familia, “no se la puedo llevar a mi esposa, a mi hija. No puedo ser el constructor de la paz entre mis parientes si yo no la tengo personalmente. La familia es la primera educadora de la paz; eso después se transmite a los hijos, ellos lo llevan al club, a la calle, a lo lugares donde están. Creo que los adultos tenemos una responsabilidad muy grande con lo que está pasando, no hay que tirar la pelota afuera, hay que descubrir que tenemos que construir nuestra paz personal para después poder transmitir esto a nuestro entorno”.
Apuntó que para la construcción de la paz, “no hay que descuidar lo espiritual, porque caso contrario vivimos alienados”.
Con una mirada amplia, más allá de lo religioso, bregó en su mensaje en que “todos tenemos que construir un espacio de interioridad, de espiritualidad, un desarrollo de nuestra capacidad espiritual. Cuando vivimos todo el tiempo en el trabajo, volcados hacia afuera, ahí empezamos a caminar rengos”. “No se puede descuidar lo corporal, porque descuidamos nuestra salud; no se puede descuidar nuestros vínculos porque descuidamos nuestro entorno; no podemos descuidar cómo nos vinculamos con los otros y no podemos descuidar cómo nos vinculamos con lo trascendente. No se pueden descuidar ninguna de estas cuatro patas con las que tengo que marchar: la vinculación con el hombre, con las cosas, con mi cuerpo y con lo espiritual. Si descuido alguna de ellas empiezo a perder el equilibrio”.
El Profesor y futuro Diácono Diego Areán señaló por último que “para poder construir la paz tengo que tener un espacio de interioridad donde pueda reconocerme, descubrir mi historia, sanarla en lo que haya que sanarla. Construir una persona íntegra a la que si la agreden no responde con otra agresión, que pueda hacer una lectura de lo que va pasando y pueda frente a una situación conflictiva hacer aportes sanos, pacíficos, que lleven tranquilidad y sofoquen los conflictos”.