Cuenta 88 años, y tiene la mirada limpia, los ojos alemanes más celestes que nunca, y la expresión pacífica y feliz de quien está cumpliendo lo que se propuso hacer cuando era muy joven e ingresó al seminario para seguir la carrera sacerdotal. Entonces se había puesto como objetivo ser sacerdote siempre, nunca dejar de serlo.
Cada día a las 10 de la mañana, comienza la misa matutina en la capilla que le han acondicionado en el Hogar de Ancianos, lugar que ahora es su casa.
Cada día se suman más abuelos a la celebración de la palabra, con la liturgia que la Iglesia establece para cada uno de los días.
Sigue muy de cerca, todo lo que pide y dice el Papa Francisco, por lo que muchas veces sus oraciones tienen también este sentido.
Por ejemplo, en la misa de ayer por la mañana, a su término, propuso una oración por la intenciones del Papa, entre ellas, el que surjan nuevos sacerdotes para una Iglesia y particularmente una Diócesis como la de Bahía Blanca, que tiene un número insuficiente de curas para atender todas las Capillas y Parroquias.
Por esto mismo también, quienes colaboran con este sacerdote para sus misas diarias y todos los requerimientos para la continuidad de su tarea sacerdotal, no descartan que se pueda dar lugar a un pedido que insistente, viene de afuera del Hogar, de la gente de las capillas: que el padre Daniel salga por los barrios a dar algunas misas semanales, que mantengan la actividad y aporten alguna ayuda a la tarea que están haciendo el padre Diego y los otros sacerdotes que con él colaboran.
Hay muchas personas que lo quieren mucho al Padre Daniel, que reconocen en él su persistencia, compromiso, y convicción con la tarea sacerdotal. Por eso lo apoyan permanentemente y escuchan cada uno de los pedidos y solicitudes para ir transformando el lugar que le han cedido dentro del Hogar para la celebración de las misas en una verdadera Capilla.
En una de las paredes, dejando entrar toda la luz exterior, está un bello vitraux que estuviera en lo que fuera una Capilla del cementerio, la que poco a poco fue destruida por manos anónimas, rescatándose este luminoso y colorido adorno.
El sábado pasado, en una ceremonia muy emocionante, se entronizó la imagen de la Virgen Inmaculada, que fuera adquirida por muchas donaciones anónimas. El Padre Daniel ya tiene comprometidos a quiénes darán color a la imagen y proyecta ponerle una cobertura vidriada para protegerla. Y en la cruz de madera que hay en una de las paredes, la Cooperadora del Hogar le ha prometido sumarle la imagen de Cristo.
Cuando no está dando misa, la puerta de su habituación está abierta, dispuesta para dejar pasar a alguna persona de Coronel Suárez que quiera hacer la confesión y recibir el perdón de los pecados, o está con los oídos siempre atentos para escuchar a quien tenga que contar algo y necesite un consejo.
“Su presencia, en el Hogar, es para todos una bendición”, decía una empleada ante la consulta. El personal lo escucha, muchas veces le pide consejo, los abuelos vienen a la misa. “Tenemos mucha suerte de tener entre nosotros al Padre Daniel”.
El Padre Daniel, a los 88 años, lejos de estar jubilado de la actividad, está cumpliendo lo que se prometió a si mismo: ser sacerdote siempre, durante toda su vida.