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Como se pide.
Crisis económica, conflicto social y falta de planificación.
Nuevamente los jóvenes en la mira.
Por Nerina Neumann, UCR Coronel Suárez.

Luego de una década de crecimiento económico, el Gobierno Nacional, al anunciar el Plan Progresar, reconoce el fracaso de las políticas públicas para con los jóvenes de nuestro país.
El Plan Progresar es otro parche más a una problemática real que atraviesa no sólo nuestra juventud sino también el sistema educativo nacional.
La transferencia de 600 pesos mensuales -en realidad 480 pesos- que se liquidarán todos los meses no soluciona un problema de fondo.
Este plan anunciado hace 10 días, en medio de incertidumbres y una profunda crisis económica que golpea a los sectores más vulnerables, es solo un paliativo que lejos está de detener la suba de precios y de revertir décadas –incluida la última- de exclusión y precarización de más de un millón de jóvenes.
Me pregunto: ¿no hubiese sido más factible reformar, mejorar y/o ampliar el Programa Nacional de Becas Bicentenario que armar algo nuevo?
Paralelamente veo en la prensa local otro programa Provincial para la prevención y asistencia en situaciones de vulnerabilidad psicosocial de niños y jóvenes, un intento más para abordar un problema que claramente sólo se resuelve con políticas de estado serias, con continuidad, con educación y sobre todo con ejemplos a seguir desde el hogar, desde la escuela y desde la política.
Me pregunto: ¿no hubiese sido más factible reformar, mejorar y/o ampliar el Programa Provincial Envión que ya está en marcha que armar algo nuevo?
En la situación de crisis que estamos atravesando son aceptables programas que ayuden a nuestros jóvenes a tener una mejor educación y un mejor empleo, pero debemos exigir que estas soluciones dejen de ser pequeños intentos en un mar de problemas que este Gobierno generó y se negó sistemáticamente a admitir y, por ende, a solucionar.
- Pequeños, porque comprometería en el mejor de los casos el 1 por ciento de lo que va a recaudar el Estado este año.
- Intento, porque es muy incierto el impacto que pueda tener al no estar planificado ni coordinado por los tres niveles del Estado. A su vez, al no darle jerarquía de ley, queda en un beneficio y no en un derecho, mostrando a un Gobierno que niega la dimensión de la política en el sentido de la generación de consensos.
Con subsidios, con planes, con clientelismo pero sin ánimo de: eliminar el narcotráfico, tener escuelas modernas y no edificios destartalados, acabar con los sueldos de hambre de los docentes, generar espacios de investigación y creatividad en las instituciones y no lugares de contención y encierro y, por último, sin un verdadero debate de un “para qué” del estudio, un “para qué” que reclaman día a día los jóvenes actuales, no sirven estos maquillajes.
Subsidiar el fracaso, por el momento, sigue siendo la política más fácil.
Qué lejos quedaron las revoluciones que pretendían cambiar el mundo. Ahora solo nos conformamos con subsidios para un pueblo siempre desamparado y al borde del caos social.
Qué lejos quedaron las ganas de encarnar la utopía, esa dónde el dinero no era más que un papelito multicolor para encandilar multitudes.
Nerina Neumann - DNI 28.522.693 - UCR Coronel Suárez.

 
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