“Fue una muy buena cosecha fina, como efecto de las precipitaciones de primavera. Nuevamente se vuelve a ratificar que los cultivos de invierno para nuestra región son en cierta manera los más seguros, porque si vemos las precipitaciones totales, anuales del año, estamos más o menos entre los 540-580 mm.; no llegamos al promedio histórico que son 700 mm.; es decir, nos quedamos casi 120 ó 150 mm. por debajo de la media histórica para el año. Las precipitaciones se dieron en el momento oportuno y fueron muy bien aprovechadas por los cultivos de trigo, avena y cebada”, dijo el Ing. Eduardo de Sa Pereira, de la oficina local del INTA Coronel Suárez.
Reafirmó que “este resultado vuelve a ratificar de alguna manera la característica de nuestra región para los cultivos de fina. Ya no así para los cultivos de gruesa”.
A este respecto sumó que “no llovió nada en diciembre, se sembró, los cultivos nacieron, algunos pudieron tener un poco más de agua, otros menos, pero el faltante de agua es importante y se necesita en forma urgente precipitaciones para los cultivos de verano”.
Anticipó que “ya se nota el daño en los cultivos de girasol, los que ya han florecido o están comenzando a hacerlo, y donde se nota, sobre todo en aquellos lotes de escasa profundidad, la escasez de agua”.
Agregó que “no obstante ello el girasol es un cultivo que puede explorar muy profundo en el suelo, si la superficie en la que está implantado tiene profundidad para hacerlo”.
Sobre la soja dijo que “está prácticamente paralizada en su desarrollo, esperando una lluvia para poder despegar y crecer. No nos olvidemos que la ventana de crecimiento para los cultivos de verano es corta. A ambos cultivos –el girasol y la soja- les está costando mucho llegar a un buen rendimiento. No obstante si para el mes de enero se recomponen las precipitaciones hay esperanzas, pero la lluvia tiene que llegar rápido y bastante para recuperar estos cultivos”.