El cerro Bahía Blanca totalmente quemado hasta la estructura edilicia que daba la bienvenida a los turistas, indicando el camino a seguir el que estaba perfectamente marcado con carteles de madera, y alambrado en partes, para que los que hicieran el ascenso hacia la cima o pretendieran recorrer algunos otros senderos muy atractivos a la vera del arroyo que hay en el lugar, es una de las fotografías más desgarradoras de lo que el incendio en el sistema serrano ha dejado. Esta zona era sector de refugio de muchos ejemplares de caballos salvajes a los que se podía observar desde unos pocos metros de distancia, disfrutando, en libertad de los pastizales serranos que constituían parte de su hábitat.
También es otra fotografía desgarradora, la que muestra el otrora bello portal de ingreso al Complejo Cerro de la Ventana. Solitario, es un mudo testigo de la magnificencia de ayer, ya que los pastos quemados llegan hasta la ruta. El fuego convirtió en esqueletos lo que antes eran árboles de gran porte, y al alzar la mirada hacia arriba puede verse hasta donde han llegado las lenguas de fuego.
La zona de El Mirador, también da cuenta del siniestro.
El abra de la Ventana, surcado por la ruta, en cuyo tránsito se podía extasiar la mirada con los rojos de la piedra cortada, ahora está dominado por los negros y grises que dejó el fuego al extinguirse.
Mientras, los cerros que están frente a la Ventana, que eran apreciados por quienes desviaban la mirada del sector del cerro de la Ventana y descubrían sus bellos cañadones, están todos quemados de manera uniforme, prácticamente hasta la ruta misma, dando cuenta del dramatismo que presentó el siniestro en sus momentos más bravos.
La zona del abra del establecimiento El Pantanoso también muestra lo implacable del fuego, mostrando un color negro que se extiende en tramos, casi hasta la ruta.
Es seguro que en unos meses, y con buenas lluvias todo el sector volverá a estar verde. Pero para quien sepa mirar seguirá encontrando los vestigios de este siniestro que ya no tiene igual, porque muy rápidamente el fuego consumió muchas hectáreas de paisaje natural, y se llevó consigo ejemplares de animales salvajes, propios del lugar, que cuentan los bomberos, corrían despavoridos escapando del fuego o murieron por efecto del mismo, sin poder evitarlo.
La temporada turística para este verano se anticipaba fructífera, con expectativas muy buenas para todos los privados que están en la actividad. El fuego consumió muchas de estas posibilidades, porque se llevó por un buen tiempo la belleza natural que buscan quienes concurren a visitar este lugar.