Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
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Néstor Alebuena y Gabriel Nebbia en una experiencia singular.

Formaron parte de una misión en la selva amazónica con tribus de la comunidad urarina.

Ambos pertenecen a Comunidad Cristiana y en el mes de septiembre integraron una delegación de alrededor de 10 personas que viajaron a la selva amazónica “en apoyo a un trabajo que está haciendo un misionero de origen brasileño, quien junto a su esposa argentina están trabajando desde Iquitos, Perú, atendiendo a las tribus urarinas, que están instalados en el medio de la amazonia peruana”.
Ante la consulta, Néstor Alebuena contó que “fue una experiencia muy fuerte para nosotros, ya desde el momento que llegamos a Iquitos, fue una vivencia muy particular”.
Iquitos es una ciudad de 500.000 habitantes, rodeada por la selva amazónica. Es una ciudad turística, adonde se llega por barco o por avión, ya que no hay carreteras que conduzcan a ella, y es el portal de entrada desde Perú a la selva y al río Amazonas. Pero también es un lugar muy pobre, con mucha promiscuidad, trabajo infantil, donde hay venta de niños a matrimonios europeos y turismo sexual infantil, que comenta la gente del lugar o que puede verse si uno permanece apenas unas pocas horas en la zona del puerto de Iquitos, donde se puede observar todo el movimiento central de la ciudad.
Desde allí partieron en un barco apenas seguro para navegar a lo largo de 2 días por los ríos Marañón y Amazonas, para llegar a diferentes tribus en una tarea que tiene objetivo de evangelización, pero sobre todo de educación.
Contó Néstor Alebuena que la gran preocupación son las condiciones sanitarias en las que estas tribus viven: el agua que beben, con la que se bañan, con la que cocinan sus alimentos, la extraen del río.
Lo que están bebiendo es agua contaminada, que redunda luego en condiciones sanitarias muy extremas: los niños y los adultos tienen sus cuerpos llenos de parásitos, que son visibles para quienes observan, no solamente por el abdomen prominente en cuerpo flacos, sino porque se los puede observar en los ojos o en las comisuras de las bocas.
La expectativa de vida es de 40 años y a los 17 años las mujeres ya son adultas, habiendo cursado varios embarazos.
Como al nacer en un ritual ancestral, los niños son enterrados hasta el cuello, para que reciban los dones de la tierra, muchos mueren por diferentes infecciones a los pocos días.
Al desarrollarse las niñas se disponen a ser mamás, en gestaciones muy tempranas que también ponen en riesgos sus vidas y que les provocan un envejecimiento prematuro.
Indicó que la tarea de educación que están llevando a cabo y a la que fueron a contribuir ya lleva 8 años y está orientada, sobre todo, a los líderes de la tribu y a determinadas familias con el objetivo de hacer una tarea profunda que pueda a su vez multiplicarse.
Con este objetivo está previsto que durante enero y parte de febrero integrantes de esas tribus estén en Argentina, siendo recibidos por las diferentes iglesias de esta comunidad evangélica, para continuar con esta tarea de educación sanitaria emprendida.
Se espera que para fines del próximo mes de enero algunos integrantes de estas tribus amazónicas lleguen a Coronel Suárez de visita para compartir algunos días con los miembros de la Comunidad Cristiana de la ciudad.

 
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