Tiene 86 bellos años y no los demuestra, es una dulce mujer, muy activa, actualizada, que hace un buen tiempo le preguntó al guía espiritual de la comunidad judía de Coronel Suárez, profesor Mariano Del Prado, si podía vivir su Bat Mitzvah
Es que se estila, repetir esta ceremonia de compromiso con la vida judía, para todos aquellos que han pasado los 83 años de edad.
“Beba” nunca había vivido el suyo, por lo que le pareció, que era un buen momento para hacer esta tradicional celebración.
Y esta fue la llama que encendió para muchos otros, 13 integrantes de la colectividad en total, la oportunidad de esta celebración que se concretó el día sábado último, en la Sinagoga que está en la calle Mitre y Garibaldi de Coronel Suárez.
Cuenta que en su familia, siempre se vivieron las tradiciones judías, desde sus padres y abuelos.
Cada fecha especial se vivía con la tradición religiosa, las oraciones, los cánticos, las reuniones familiares y de comunidad, compartiendo entre todos las comidas típicas judías.
Esto es lo que transmitió también a sus tres hijos y lo que sigue compartiendo con las nuevas generaciones de la comunidad judía en cada oportunidad de encuentro compartido.
En la ceremonia del sábado por la mañana, hubo muchas lágrimas de toda su familia, cuando –como a cada uno de los que estaban siendo protagonistas principales de la celebración- le tocó leer una parte de la Torá en hebreo.
Y cuando se bajó del altar hubo interminables abrazos con sus hijos, nietos, sobrinos y amigos.
Como todos los que vivieron su Bar y Bat Mitzvah “Beba” Pogost siente que ha vuelto a confirmar lo que ya vivía en la práctica: la pertenencia a la comunidad judía.
Con la misma emoción “Beba” Pogost en la fiesta familiar del sábado en las instalaciones de la Sociedad Israelita fue invitada a encender la vela, cerro los ojos, pensó y se detuvo ante el aplauso de todos y seguramente por su mente pasaron las imágenes de sus queridos antepasados, las celebraciones judías y lentamente al fijar su mirada en un salón colmado que también vivía intensamente este acto final, estaban todos sus afectos, una inmensa familia, algunos llegados desde otras ciudades y hasta una amiga entrañable, como es la esposa de quien en vida fuera Idel Wassermann, que especialmente llegó nuevamente a Coronel Suárez para compartir este momento inolvidable.