Tenían 13 años ambos cuando Joaquín le pidió “arreglo”. Ella, cuenta, que por supuesto entonces dijo que no, porque eran todavía muy chicos. Siguieron siendo amigos del barrio, compartiendo tardes, algunas salidas con los hermanos y los amigos, bailando en las tertulias que se hacían en las tardecitas en los hogares y esperando la oportunidad de encontrarse en algún baile, de los que por esos años hacía Blanco y Negro.
Justamente, un 5 de agosto de hace 52 años atrás, Joaquín esperó a Marta a la salida de uno de esos bailes –él no pudo ir porque estaba de duelo por la muerte de sus dos abuelas- y volvió a proponerle andar de novio. Desde esa vez no se separaron nunca más.
Llevan toda una vida juntos, en las que si hubo un sí o un no lo arreglaron a través del diálogo. Hace 49 años atrás dieron el sí definitivo para compartir la vida juntos.
La ceremonia fue solo por civil, ya que él es judío y ella estaba bautizada como católica. No hubo debates en torno a qué hacer con los hijos en lo que a religión se refiere.
Resolvieron darles la oportunidad de elegir cuando fueran grandes. Hoy, mirado a la distancia, ambos concluyen que tal vez eso fue un error, “porque es importante que la persona tenga una guía, una referencia, algo en lo que afirmarse”, dice Joaquín.
Marta se insertó en la comunidad judía de Coronel Suárez y empezó a ser parte de ella. Cocina muy bien algunas comidas típicas y por supuesto tiene una mano increíble para la repostería, como es el caso de la torta de miel o el pan que se come en fechas especiales.
Hace unos diez días, luego de una intensa preparación, Marta se convirtió a la religión judía. Ahora es una más y esta elección, sin duda, la hizo por amor hacia el hombre con el que camina por la vida.
Cuando se les pregunta qué los enamoró y qué es lo que los ha mantenido tan juntos, compañeros, con un amor renovado cada día, Marta responde “Joaquín es muy bueno”; y Joaquín dice “Marta es, entre otras cosas, una verdadera idishe mame”; quiere decir una madre judía, una madraza.
Juntos están en estos días tomando parte del Bar y Bat Mitzva; y como corolario de esta historia de vida compartida Joaquín, uno de estos días, le propuso tener su jupa, o como se lo dijo “vieja, ¿qué te parece si ahora nos casamos?”.
El año que viene, el 16 de agosto, tendrán, por fin, lo que siempre han querido los dos, en un deseo que se fue multiplicando en todos estos años juntos: tendrán su ceremonia de casamiento judío; cerrando el círculo de una historia de amor que se inició hace muchos años atrás, cuando ambos tenían apenas 13 años y empezaban a gustarse.