Luego integró la Comisión que bregó por el edificio para el Jardín Nº 902, también trabajó por la Escuela Nº 5 y por supuesto por el Club San Martín.
En esos años, junto a Agustín Perrig y otros vecinos muy emprendedores, recorrían cada domicilio de Santa Trinidad y también los campos aledaños pidiendo donaciones de elementos que pudieran ser vendidos en remates, es decir, que estuvieran en condiciones de uso para que pudieran ser aprovechados por quienes los compraran.
Con esos remates se fueron conformando los fondos para llevar a cabo las diferentes construcciones. Es decir, todo se hizo sumando la solidaridad de mucha gente que veía los avances, querían el progreso y se sumaban para ir logrando diferentes mejoras para Pueblo Santa Trinidad.
Hoy, Don Juan Pino sigue colaborando con muchas instituciones. Con la misma garra pero más despacio, con más calma debido a sus años. Vende rifas para la Comisión de Festejos que se ocupa de fechas especiales para los niños. Y espera, ansía, confía, en que las nuevas generaciones de jóvenes se sumen para trabajar en diferentes comisiones que sumen para el crecimiento de Santa Trinidad.