La vivienda de Tucumán 728 fue incendiada en la noche del miércoles. El inmueble pertenece a la señora Estela Romano, quien afortunadamente no se encontraba en el lugar, ya que –por miedo- desde hace un tiempo se queda a dormir en la casa de sus padres y cada mañana su papá la lleva a su trabajo de servicio domestico, ante el temor que algo suceda, que sea abordada por quien la tiene amenazada de muerte desde hace dos meses, a ella y a su familia.
Se señala como el autor de esta agresión, amedrentamientos, violación de la ley, amenazas de muerte y destrucción de la propiedad a Mario Herlein, de 54 años de edad.
Este hombre convivió con Estela por alrededor de dos años. No había mostrado signos de violencia, pero de todas maneras la relación se fue deteriorando con el paso del tiempo.
Hace dos meses la mujer planteó la separación y le pidió que se fuera de la vivienda. Tuvieron que intervenir las hijas porque el hombre no se daba por enterado.
Una vez fuera de la casa comenzaron las persecuciones y amenazas a través de la línea telefónica, por lo que Estela cambió de número, mientras aparecieron cruces marcadas con barro en las paredes de la vivienda en forma de amenaza directa.
También empezó a hacer vigilancia constante y hubo en total, hasta el día jueves por la mañana, cuando se lo denunció como el autor material del incendio, un total de 5 denuncias en la Comisaría local, más dos cercos perimetrales establecidos por la Justicia que no sirvieron de mucho, porque el sujeto los violó.
En una ocasión se subió al techo de la vivienda y destruyó el flotante del tanque, por lo que el agua se desparramó sobre el techo e inundó una habitación.
En la noche del miércoles el teléfono fijo sonó en la casa de los padres de Estela. Ella atendió pero nadie le respondió del otro lado. Sospecha que era Mario Herlein, queriendo comprobar si estaba con sus padres. Alrededor de las 11 de la noche la familia apagó las luces y se fue a dormir.
A las 23:30 horas un vecino avisó que de la vivienda de Tucumán 728 salía humo. Todos corrieron, los hermanos de la mujer buscaron apagar con el agua que proporcionaba una manguera el fuego, hasta que llegaron los Bomberos.
La vivienda quedó destruida en su interior, en algunas de sus aberturas, el techo, cielorraso y todo lo que había en su interior, por lo tanto la magnitud del siniestro lo comprobó la familia en la mañana del jueves, cuando a la luz del día pudieron evidenciar que de lo poco que Estela tenía… no quedó nada.
Mientras relata todo esto se seca las lágrimas que fluyen copiosas por sus ojos, para dejar al desnudo una mirada que tiene mucha angustia y mucho miedo… se consuela diciendo que “no es nada, lo material lo vamos a recuperar de a poco, trabajando”.
Es que la mujer tiene un miedo inmenso por sí misma y por sus familiares más cercanos, hijas y padres, a la agresión desatada por un sujeto que no entiende que la relación se terminó.
Las medidas policiales parece que no sirven para mucho. La misma familia, una de las hijas, Mara, llegada de Bahía Blanca, reclama: “la Policía no hizo nada, no lo ha detenido, se burló de todos nosotros y de la ley, porque violó el cerco perimetral cuantas veces quiso”.
En el relato angustiado del jueves al mediodía de Estela se puede entrever la dimensión del miedo para quienes sufren violencia de género.
Todos están esperando que el sujeto sea detenido, para que sobre él caiga el peso de la Justicia, para reparar aunque sea un poco la injusticia de sumir en el terror y la angustia a toda una familia.