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Isidoro Espacio de Arte.

Este viernes la reconocida artista plástica Marcela Astorga brindará una charla pública.
El sábado se habilitarán cuatro muestras de arte conjuntas.

Este viernes a las 14 horas en Isidoro Espacio de Arte se llevará a cabo una charla a cargo de la artista plástica Marcela Astorga.
“Lo que miramos. Un intento por conocer sobre cómo se construye imagen”.
“Una de mis preocupaciones está referida a la construcción. La de un individuo, de una sociedad, de un país, de una ciudad… En el cómo llega a constituirse en lo que es.
Estoy convencida que sólo miramos aquello que nos resuena, que nos pertenece.
El mundo subjetivo es el que nos devela la objetividad del mundo exterior.
Todo lo que percibimos es elaborado con nuestra subjetividad.
Somos, dentro de una piel que nos contiene. La real, la que delimita nuestro cuerpo.
También, como individuos, tenemos otras píeles metafóricas: la vestimenta, la casa, la ciudad, el territorio.
Estas superficies porosas nos conforman, nos orientan, nos cobijan y nos concientizan de un adentro y de un afuera.
El artista construye mundo. Un mundo personal, propio y mientras más hondo respire, más sincero y único será ese universo”. Marcela Astorga.
Por otra parte, este sábado a partir de las 19:30 hs. en Isidoro Espacio de Arte se presentan cuatro muestras conjuntas: Benjamín Aitala (Pintura), Verónica Rodríguez (Pintura y escultura) y el proyecto “Waveforms”: Ana Paula Hall (Arte textil) + Ricardo de Armas (diseño sonoro).
Como invitada al proyecto 10 m² de pared: Marcela Astorga.
"Waveforms".
Una muestra en conjunto de arte textil y sonoro a cargo de la talentosa Ana Paula Hall y de Ricardo de Armas. Como temática, la expo transita el recorrido y la mutación de un sonido y su representación gráfica (forma de onda) desde su naturaleza en dos dimensiones a una sensible y valiosa resignificación textil y corpórea.
Mudanza.
“Aun a sabiendas de que no creo en su obra, Aitala me ha convocado a escribirle.
_cobro y caro. Le advertí.
_pago y en termino. Me respondió, y sentí una fea sensación de estar de acuerdo en algo.
Aitala en cada obra, en cada día deja de ser Aitala, pareciera que ese es el juego que ha colocado bajo su sudadera y con el cual piensa hartarnos.
Dice que baila, que dejaría de pintar, que ríe… dice que pintar es como hacer una mudanza, cambiar muebles de lugar, dice y dice que no quiere decir nada. Mentiras!, ni baila, ni cambia cosas de lugar, ni dejaría de pintar... aunque quizás debería.
Al ver sus obras y leer sus textos mis primeras palabras fueron de intentar seducirlo al abandono de la pintura y a incursionar en el mundo de los fletes.
Aunque estas obras me gustan. Sí, me gustan, como me gustan las mandarinas o las barritas de cereales y coco.
Me gustan porque Aitala pinta y engorda, engorda y muda de ropa y pinta y ya esa pintura le tira de sisa y muda a otra y muta y se transforma. Aitala podría disfrazarse de becerro, saltar a la vereda de enfrente pero su obra, quizás muy a pesar suyo, seguiría siendo suya.
Muda pero no se desprende del colgajo de hilos que lo viven, hebras de textos, colores, cruces y superposiciones. Muda y es otro en él, muda y es él en otra casa y muda y es otro en su casa.
En sus obras mezcla seres, situaciones, muebles, objetos, paisajes de malas postales y nos las presenta sobre la tela yuxtaponiéndolas, generando una puesta en escena diferente a su original, un palimpsesto en el cual uno termina preguntándose sobre los bordes, los límites, sobre la imposibilidad de aprehender las fronteras.
Pero por sobre todo esto, uno termina tratando de responder lo que pareciera la mayor incógnita, ¿cómo hace para ligar toda esta mixtura?… No sé si lo logra, pero como ya dije, el resultado de este hibrido de “cosas” me gusta, que no deja que le quite la mirada.
No podrá decirse que no es un artista honesto, incómodo y visceral. En sus obras aparecen el auto boicot y la desmesura, la genialidad, hasta cierta torpeza en medio de una pureza extrema. Nada más acertado que su descripción: “soy mal pintor y pésimo dibujante, cualidades que sirven para nada en mi vida, en la cual solo pretendo ser feliz”.
Aitala parece estar siempre a punto de dar un gran salto Y lo da. Solo que cae muy fuerte en el desbarranco. Está bien claro, su tatuaje es la acción. Y su impronta el desborde.
Pareciera que ya se ha cansado de buscar su trascendencia y solo se dedica a ser feliz. Quizás siga mi consejo, se compre una chata y entre en el maravilloso mundo de las mudanzas... Quizás el arte note su ausencia, yo no”. Pietro Puzzangaro.

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