Corrían las épocas donde los chicos se formaban en el gimnasio de Mitre y Rivadavia y comenzaban a participar de los encuentros nacionales de la especialidad en Buenos Aires, lo que por aquellos años se transformaba en un gran desafío.
Y allí estaba Álvarez, junto a los padres, organizando, planificando y viajando para llevar siempre bien en alto el nombre y el prestigio del Centro Deportivo Sarmiento.
Quedan los mejores recuerdos de los viajes a la zona, de cuando salían a buscar los sueños de los jóvenes deportistas del minibasquetbol con su transporte siempre dispuesto llegando a destino y dejando a los padres con la tranquilidad que todo saldría bien.
Un merecido reconocimiento.