Servicio Meteorológico Nacional - Coronel Suárez.
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Como se pide.

A la opinión pública.
Por Vanesa Rudy.

En los últimos días se ha hablado mucho sobre discriminación hacia dos niñas que tienen discapacidad en nuestra ciudad. Como madre de una niña con discapacidad que ha recibido su Primera Comunión de manos del Padre Diego Kessler (además de ser su confesor) no puedo dejar pasar la ocasión para manifestar y relatar lo que hemos vivido.
Mi hija asiste a la Escuela Especial y desde allí, por medio de dos catequistas recibimos en la familia la propuesta de comenzar una catequesis adaptada a sus necesidades y posibilidades para que reciba su Primera Comunión. En principio nos alegramos por la buena noticia pero tuvimos dudas que ella tuviera la madurez para comprender conceptos tan abstractos que hacen a la Fe ya que su pensamiento es muy concreto a raíz de secuelas neurológicas surgidas por su prematurez, hipoxia al nacer, patología congénita y múltiples intervenciones quirúrgicas. Esta duda surgió más allá de que ella participe de actividades parroquiales y haya experimentado desde lo familiar cuestiones que hacen a nuestra religión. Considero que sus catequistas han visto lo que hemos comprobado como familia porque nos ha venido demostrando cada día lo que es el amor a Dios y el reconocer a Jesús que se entrega en la Eucaristía. No nos hubiéramos opuesto si el sacerdote nos hubiera pedido hablar con ella. Igualmente no faltaron reuniones, saludos al finalizar la misa, cenas comunitarias donde ella misma se ha acercado al Padre Diego y ha hablado con él. Incluso ante cada confesión ella ha preferido charlar con él porque lo reconoce como sacerdote, quien en ninguna circunstancia se ha negado a ayudarla.
Se tuvo cuidado en la forma de anticiparle qué reacción podría provocarle recibir en su boca al Cuerpo de Jesús a través de distintas estrategias para que, cuando finalmente ocurriera, pudiera saber que era Jesús el que se le daba. Todo ello para evitar que se ponga nerviosa o pase un mal rato frente a las personas con quienes compartiría la ceremonia. Porque más allá de que fue una ceremonia integrada entre chicos “normales” y chicos con “capacidades diferentes” la idea no era acentuar las dificultades sino la igualdad frente a Dios.
Ella llegó a nuestras vidas para enseñarnos grandes cosas, como el amor y el perdón. Desde pequeña nuestra hija fue llevada por nosotros a la Iglesia Católica donde fue bautizada porque estamos convencidos de la fe que profesamos y que como padres tenemos la responsabilidad de educar a todos nuestros hijos, tengan o no discapacidad, en el amor a Dios, el respeto al prójimo, la igualdad de oportunidades y el valor de la diversidad.
Los adultos podemos tener diferencias entre nosotros pero no creo pertinente exponer a un menor en los medios de comunicación, más aún si se trata de niños con discapacidad.
Ofrecemos como familia nuestras oraciones para que Dios Padre que es rico en misericordia nos ilumine y fortalezca a cada uno de nosotros, como hijos suyos que somos por medio del bautismo, para que veamos con los ojos de la fe a Cristo en nuestro prójimo.
Vanesa Rudy. D.N.I. 25.990.447.

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