Es un personaje, uno de los últimos caudillos que quedan en nuestras colonias, un hombre de pueblo, que le daba la mano por igual al propio como el adversario en épocas donde tallaba fuerte al lado del Escribano Moccero, hasta era capaz de asistir a la inauguración de algún comité de otro partido, por que el “Nene” no tiene enemigos, mantuvo siempre una conducta y fomentó la amistad, y la postura frontal mechada con picardía y simpatía.
Así entró el sábado al acto ya empezado y automáticamente despertó el aplauso de todo los presentes, se sentó entre el público y desde allí siguió la ceremonia, se emocionó con el reencuentro, le llevaron el micrófono hasta su lugar y empezaron los recuerdos, las luchas por la escuela, la discusiones que se generaron, las rifas, los partidos de truco jugados a beneficio, la venta de tortas, los pasteles inolvidables de su gran compañera como fue Luisa, el acompañamiento de recordados vecinos como “Tito” Vitali, Gregorio y Celia Streintenberger, Don Carlos Alberdi quien donó las tierras para construir la escuela y tantas vivencias que cada tanto recordaba.
Le entregaron una distinción, no dejo de saludar y estrechar su mano, por que seguramente en ese lugar emblemático también están los mejores recuerdos de años de trabajo, de beneficios para la escuela, de juntar la plata puerta a puerta de todos los vecinos de esa zona rural, como el mismo se encargo de manifestar en un casi monólogo donde no estuvieron ausentes sus conocidas frases que generan la espontánea carcajada plena de ironías y picardías, como así siempre su estilo franco y campechano que lo ha caracterizado.
Así llegó el sábado acompañado por su hija Silvia y su hijo político a recoger todo el afecto que supo ganarse.